La crisis económica y alimentaria derivada de la guerra de Ucrania ha hecho replantear el modelo actual de suministro de materias primas. El continente africano es el más castigado en este contexto donde la falta de cereales del que, desde siempre se ha conocido como el granero de Europa, ha hecho traquetear la estabilidad social y el orden mundial. A pesar de la progresiva apertura a dar salida a las toneladas de cereales paralizados por el presidente ruso, Vladimir Putin, las consecuencias todavía son palpables y llevan a nuevos replanteamientos económicos en cualquier país.
En el caso de Catalunya, Santi Caudevilla, agricultor responsable del cereal y miembro representante de la Unió de Pagesos, asegura que el autoabastecimiento en nuestro territorio es posible: "Toda la población catalana podría vivir sólo con la harina que se cultiva y produce aquí". ¿Así pues, cuál es el problema, teniendo en cuenta que la posibilidad de cubrir esta necesidad es factible? Caudevillas lo tiene claro: la política y la legislación vigente.
"Se nos pide, a menudo, hacer cultivos no viables"
"Hay una incoherencia en las normas si miramos la realidad global. De toda la vida, han existido las rotaciones de cultivo". Con este sistema, Caudevillas asegura que "es una manera de conservar la tierra" y cumplir con la demanda actual, pero es crítico: "Los políticos, ya marcados desde la Unión Europea, prefieren convertir un trozo de tierra en un jardín y eso no permite que las explotaciones tengan viabilidad". Y pone un ejemplo reciente de los últimos tiempos: el girasol o la alfalfa. Ver hectáreas de campos de color amarillo se ha convertido, en muchos casos, en un atractivo para las redes sociales aunque, más allá de eso, ha generado dudas su rentabilidad: "El mercado no lo pedía pero se implementaron y obligaron a cultivarla se se ser, de entrada, rentables".
Por otra parte, se tienen que sumar otros factores que también han marcado en el conjunto del Estado español. La falta de lluvias los meses de septiembre y octubre pasados, sumada a las heladas de abril, han reducido a la mitad el número de parcelas. En este aspecto, Caudevilla vuelve a ser crítico: "Muchas veces se nos pide que hagamos tres cultivos y en épocas que ya no toca o que por meteorología no nos lo permitía y, por lo tanto, no eran viables".
La fuerza legislativa de la UE
En el listado de respuestas a la pregunta planteada en el título, hay otro factor a tener en cuenta: el tratamiento que se hace de los campos. La política de la Unión Europea apuesta por la eliminación progresiva de los transgénicos, pero también ha dado una consecuencia nefasta según Caudevilla: "Aquí no se puede cultivar nada, pero no se ha cortado el suministro de fuera y se crea una competencia desleal con la entrada de estos productos procedente de los Estados Unidos o Argentina y sin los controles que aquí aplicaríamos. Hemos sido una moneda de cambio". Y en la crítica hacia los gobernantes, se suma un tercer factor incontrolable: el cambio climático. "Con una sequía que va desde Finlandia hasta Marruecos, sumado a las trabas burocráticas, es insostenible plantearse ganarse la vida en el campo, pero la capacidad para cultivar, producir y subsistir seguir siendo vigente".
En última instancia queda las políticas que aplica el Govern de la Generalitat. En este sentido, Caudevillas subraya que está condicionada, en gran parte, a lo que marca la Comisión Europea aunque admite que, "las conselleries, más allá de tener buenos o malos representantes políticos, dependen de los equipos técnicos y gracias a ellos puedes aplicar un proyecto de forma exitosa o nefasta".
La vía de la sostenibilidad
En su lucha contra el cambio climático y la degradación del medio ambiente, la Comisión Europea (CE) está impulsando el llamado Pacto Verde Europeo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% hasta el 2030 y conseguir la neutralidad climática en 2050. En línea con estos objetivos, la CE ha lanzado la estrategia este año 'De la granja en la mesa'; a nivel alimentario que plantea ampliar al 25% la superficie agraria europea dedicada a los cultivos ecológicos y reducir el uso de fertilizantes en un 20% y el de fitosanitarios y antibióticos en un 50% para el 2030. La nueva Política Agraria Común (PAC) para el periodo 2023-2027 incorpora más exigencias ambientales. Pero hay recelos.
El miembro de la Ejecutiva de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Andoni García, considera que se tienen que dar bastantes cambios para alcanzar los objetivos de la Comisión, para lo cual reclama apoyo económico y una nueva política de precios que permita reflejar los costes de producción y evitar que se sigan externalizando. Sobre el aumento de la superficie ecológica, sostiene que se tienen que poner medios y campañas con el fin de fomentar el consumo de estos productos entre la población.
El agricultor, enfadado
El director de los Servicios Técnicos de Cooperativas Agroalimentarias de España, Gabriel Trenzado, cree que carecen indicaciones sobre cómo cambiar de modelo productivo, financiar las reformas y alcanzar resultados antes del 2030. "Se han establecido unos grandes objetivos a alcanzar, pero realmente no tenemos la respuesta de hacia qué modelo tenemos que ir, más allá de las indicaciones dadas en el sector con respecto a reducir las sustancias activas o limitar las producciones," afirma.
Y en esta línea, también se suma Unió de Pagesos. Las últimas protestas este verano de los agricultores de los Países Bajos y de otros que se han sumado de forma más tímida, como en Francia, son la muestra clara que la respuesta al cambio climático por parte de la Unión Europea va por un lado y la de los agricultores del continente por otra. Y en el mientras tanto de este cambio, el impacto de una guerra todavía ha hecho más evidente la carencia de entendimiento y coordinación para dar una respuesta a una crisis global. Una respuesta que, los mismos agricultores, aseguran que se puede dar con el autoabastecimiento.