Tener una idea bien definida de cómo tendría que ser el negocio es el primer paso para empezar a emprender. No es necesariamente es sinónimo de éxito pero sí de aprender a caminar con firmeza dentro del mundo empresarial. Todos los esfuerzos están centrados en jugar con todas las herramientas disponibles para transformar el sueño en realidad. Ahora bien, el camino es largo y una vez se tiene la idea base, todavía queda mucho por hacer. Pensar, evaluar, madurar y potenciar.
Sin embargo, antes de ello, el emprendedor tiene que tomar conciencia de su actitud y sus aptitudes. Se trata de conocer los límites para adentrarse en las posibilidades de éxito, que, según el Canal Empresa de la Generalitat, "dependen de las competencias emprendedoras de las personas que implementan la idea."
¿De dónde vienen las buenas ideas?
Más creatividad, mejores ideas y más innovaciones en las organizaciones. Estos son los tres pilares de la emprendeduría según el analista de tendencias, Steven Johnson, quien asegura que "las ideas importantes tardan bastante tiempo en evolucionar." De 2 a 3 años o incluso, de 10 a 20 años. Las ideas se cuecen a fuego lento, palpitación a palpitación, hasta que al cabo de un tiempo, una idea lleva a la otra y el conjunto acaba siendo mayor que la suma de las partes.
Y por si a caso no hubiera ninguna certeza de que el proyecto es lo bastante grande o al fin y al cabo, lo bastante maduro, la Generalitat ofrece el Test Idea para evaluar las fortalezas y las debilidades. Pero la fortaleza más importante en una idea que empieza a incubarse es abrirse a nuevas ideas mediante la conectividad o el networking con otros emprendedores.
Personalidad y perfil
El mundo académico de la emprendeduría no consigue ponerse de acuerdo en cuál es el perfil ideal. Mientras que unos defienden que el emprendedor tiene unas características únicas y atemporales, los otros aseguran que depende principalmente del contexto sociodemográfico. Es presicamente en el equilibrio donde se encuentra la virtud y por eso, según los expertos, para convertirse en un buen emprendedor conviene combinar una personalidad marcada por la adaptabilidad, la ambición, la autoestima o la creatividad, entre muchos otros, con un conjunto de habilidades comunicativas, así como de gestión, organización y conocimiento del entorno.
Una larga lista elaborada por el estudio "Com ha de ser la persona emprenedora avui en dia" realizado por el departament d'Empresa i Ocupació concluye mediante dos preguntas: "¿No buscamos siempre lo mejor para nosotros? ¿No intentamos siempre estar lo mejor posible para vivir?" En caso afirmativo, "tú también tienes la semilla emprendedora dentro tuyo".
¿Y si fracasa?
Éxito y fracaso forman parte de una misma fórmula ganadora. El perfil de emprendedor responde a la voluntad de cubrir una oportunidad de mercado interesante o crear una empresa como salida alternativa en paro, explican desde el Canal Empresa. Las dos vías implican una asunción de riesgos pero de lo que se trata es de minimizarlos tanto como sea posible.
Entre los principales riesgos, se encuentran el acceso a fuentes de financiación, las características del mercado y del entorno o los conocimientos, las habilidades y la experiencia de los emprendedores. Si la idea fracasa, se tiene que interpretar como una "etapa del camino hacia el éxito". Aceptar, valorar y mejorar.