El presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu, ha alertado del "giro hacia el populismo" que se está produciendo en muchos países europeos, entre ellos en España. Desde el curso de verano ¿Qué hemos aprendido de la crisis? de la UIMP organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), Oliu no ha dudado en tildar la situación de "preocupante" ya que todavía quedan por realizar reformas profundas y de largo plazo en el mercado laboral, educativo o sanitario. Su solución es "liberalizar y buscar soluciones a las problemáticas que existen".
Más contundente se ha mostrado seguidamente cuando ha lanzado la siguiente pregunta: ¿Hacemos las reformas o nos dejamos llevar por ideas primarias de cariz populista? El presidente del Banc Sabadell ha reiterado que la crisis económica ha "erosionado" el capital político y social hasta el punto de generar una "volatilidad mayor" y vaciar el centro político hacia los dos lados. Pero Podemos en España no es el único ejemplo de carácter populista ya que según Oliu, Grecia y Francia también han dado este giro.
Y más allá de afrontar estas reformas profundas y de largo plazo, el presidente del Banc Sabadell ha añadido que se tiene que afrontar la ralentización del crecimiento económico y el sentido estructural del comercio internacional. La disminución de la confianza en las instituciones públicas y la incertidumbre del Brexit en el Reino Unido son también factores a tener en cuenta.
Un entorno regulador inestable
Por otra parte, Oliu ha mostrado su preocupación por el entorno regulador del sector financiero, sobre lo que ha remarcado que es inestable, cambiante y muy exigente hasta el punto de incluir elementos todavía desconocidos, como por ejemplo, el desafío tecnológico o digital que está enseñando a las entidades a "cómo llevar el modelo de negocio y tratar con el cliente". Esta inestabilidad proviene de una serie de organismos de regulación como son el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), la Autoridad Bancaria Europea (EBA) o el Banco Central Europeo (BCE), que tienen "una pata nacional" a pesar de ser supranacionales.
A todo ello, la rentabilidad y la solvencia a la vez que la contracción de márgenes presionados por unos tipos de interés muy bajos tampoco ayuda. En el caso de España, la situación todavía es más grave a causa de la herencia de la morosidad que afecta tanto a la banca europea como a los activos problemáticos. Y es que el reto ético de cara al futuro merece según Oliu una mención aparte que involucra tanto a la banca española como europea.