Marruecos cada vez está más presente y tiene más peso "en el mundo avanzado", según un análisis del Instituto de Coordenadas con motivo del XXV aniversario de la coronación de Mohamed VI.

Según expone el Instituto Coordenadas en este análisis, "es indudable que Mohamed VI ha resuelto con holgura importantes retos en los últimos 25 años. En lo político, probablemente, el mayor éxito ha sido la preservación de la estabilidad del país. Muchos especialistas consideran que la monarquía ayudó a Marruecos a evitar las revoluciones populares que agitaron el mundo árabe en 2010-2012. Marruecos, en efecto, se mantuvo alejado de la agitación asociada a aquellas protestas populares que originaron una importante crisis en muchos países de la región, especialmente en Túnez, Egipto y Libia". En ese contexto, señala que el Rey reformó la Constitución," liderando, entre otros, una reducción en los poderes de la Casa Real a favor del presidente como jefe del poder ejecutivo. También los representantes elegidos experimentaron una asunción de mayores atributos. El Rey, no obstante, sigue representando la cúspide del sistema. Es el jefe de las fuerzas armadas, la mayor autoridad judicial y dispone de la capacidad constitucional para disolver el Parlamento".

"Una de las preocupaciones esenciales de la monarquía ha sido la mejora de la eficiencia institucional y el cambio de mentalidad de los responsables públicos. Mohamed VI ha promovido una verdadera revolución tridimensional en el sector que consistiría en una revolución para la simplificación, una revolución para la eficacia y una revolución para la moralización. La modernización en la gestión de la cosa pública ha incluido la introducción de cambios en los estilos de actuación y en un llamamiento a esforzarse por ser creativos", añade.

MONARQUÍA

Indica el Instituto Coordenadas que "el paisaje político marroquí ha cambiado mucho a lo largo del reinado de Mohamed VI. La clase política con origen en el siglo XX, consciente de la merma de su influencia y popularidad, ha enfrentado el reto de una adaptación a los nuevos tiempos. La principal formación que acaparó protagonismo en estos años fue el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD), una agrupación conservadora en lo religioso y lo político y levemente reformista en lo social".

"A resultas de las reformas auspiciadas por la monarquía, en las primeras elecciones tras el estallido de la Primavera árabe, ganó el PJD, aunque necesitó aliarse con cuatro partidos más para gobernar. La inexperiencia del PJD, su cohabitación en el Gobierno con partidos rivales y las continuas discrepancias con el Palacio hicieron fracasar el proyecto islamista "light". Este desarrollo enfatizó la autoridad del rey que, apoyado en un núcleo de consejeros elegidos por él mismo, ha actuado como eje moderador y estabilizador", agrega.

Por otra parte, apunta que Mohamed VI ha sabido interpretar las prioridades de Europa, "de la que Marruecos siempre ha dependido económicamente. Marruecos es gendarme de la fronteras del sur conteniendo la emigración, y ha cooperado estrechamente en materia antiterrorista, lo que ha servido para vigilar a yihadistas de origen marroquí. Con estas dos bazas, y el ofrecimiento de un entorno seguro para las inversiones, Mohamed VI ha sabido gestionar y maximizar las expectativas".

RETO TERRITORIAL

Según este análisis del Instituto Coordenadas, "la monarquía ha avanzado también en el reconocimiento de la marroquidad del Sahara, que ha combinado con una política de "mano extendida hacia Argelia", en medio de la tensión entre los países por desacuerdos sobre esta cuestión. La defensa de la unidad nacional e integridad territorial es una constante que cualquier gobierno no puede obviar. Tampoco en Rabat podía faltar. Los logros alcanzados en este sentido, tanto en el seno de Naciones Unidas como a escala africana y europea, a la vista están, fruto de una inteligente movilización a todos los niveles. En este sentido, inamovible es la postura de Marruecos con respecto a su sincera adhesión al proceso político, exclusivamente auspiciado por las Naciones Unidas. Por otra parte, clara es su convicción de principio con respecto a la única vía de arreglo anhelado que sólo tendrá lugar en el seno de la total soberanía marroquí y en el marco de la iniciativa de autonomía".

Además, expone que Marruecos enfrenta una serie de retos significativos en su camino hacia el desarrollo y la estabilidad. Y cita entre los más destacados los desafíos económicos, sociales, políticos y medioambientales. "En lo económico, a pesar de un crecimiento económico notable en las últimas décadas, Marruecos sigue buscando diversificar su economía, impulsando sectores como la industria y el turismo, aunque estos esfuerzos enfrentan obstáculos como la competencia internacional y la necesidad de infraestructuras más desarrolladas. La economía depende en gran medida de la agricultura, que es vulnerable a las variaciones climáticas".

"En lo social", añade, "la disparidad entre las zonas urbanas y rurales es notable. Las áreas rurales sufren de pobreza, falta de acceso a servicios básicos como la salud y la educación, y limitado desarrollo de infraestructuras. Esta brecha contribuye a la migración interna hacia las ciudades, lo que a su vez ejerce presión sobre los servicios urbanos y exacerba los problemas de vivienda y empleo en las ciudades. En el orden político, Mohamed VI ha promovido reformas políticas importantes, en las que habrá que perseverar para auspiciar una mejora continua en términos de gobernabilidad y democracia, facilitando una mayor participación política y transparencia".

Por otra parte, relata que el cambio climático presenta un reto considerable para Marruecos, afectando su agricultura, recursos hídricos y biodiversidad. "El país está tomando medidas para fomentar las energías renovables, como la energía solar y eólica, pero debe equilibrar estos esfuerzos con el crecimiento económico y la demanda de recursos".

Finalmente, sostiene que "la mejora del sistema educativo es crucial para el desarrollo de Marruecos. A pesar de los avances, persisten problemas como la calidad de la educación, la falta de formación técnica y profesional adecuada, y la deserción escolar, especialmente en las áreas rurales. En resumen, Marruecos enfrenta una serie de desafíos interconectados que requieren un enfoque integral y sostenido. Las soluciones deben considerar no solo el crecimiento económico, sino también la inclusión social, la gobernabilidad democrática y la sostenibilidad medioambiental. El rey Mohamed VI seguirá desempeñando un determinante papel en la modernización del país".