"¿Madrid nos quiere robar el Mobile? Por qué no crean y aportan cosas nuevas en vez de copiar y sustraer"?. Así respondían algunos empresarios, cada uno con los matices correspondientes, al preguntarles la opinión sobre las amenazas de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de llevarse la feria tecnológica en IFEMA diciendo que "haremos todo el que esté a nuestro alcance para que el Mobile también venga a Madrid". Y la conclusión, la misma para todos: "Si las intenciones de Ayuso van de verdad, lo tendrán muy difícil, el MWC ya forma parte del ADN de Barcelona y viceversa".

Ya sea estrategia política -no es ningún secreto que el PP gana votos cuando se enfrenta con Catalunya o con partidos no tan conservadores-, ya sea intención real, la batalla económica entre Madrid y Catalunya vuelve al centro del debate. Y es que no es la primera vez que los éxitos económicos de Catalunya son la envidia de la capital española, ya ha pasado con los Juegos Olímpicos, con las vías ferroviarias, con el aeropuerto o con el sorpaso del PIB de Madrid sobre el de Catalunya vendido como una "victoria sobre el procés".

El MWC, la joya de la corona

No hay ninguna duda que el Mobile World Congress (MWC) es una de las grandes joyas de la corona de la economía catalana. Es la niña de los ojos del empresariado, el ejemplo de competitividad que sale a todas las conferencias cuando se quiere lucir de ciudad y una gran fuente de ingresos, sitios de trabajo y contactos que enriquecen Barcelona como polo de innovación e inversión. Concretamente, aporta cada año más de 400 millones de euros y crea más de 12.000 puestos de trabajo.

Ya hace 14 años que la capital catalana sedujo a la organizadora del congreso de móviles, la GSMA, que la trasladó de Cannes (Francia) en Barcelona, donde cada año bate récords de asistencia y facturación. No es extraño que viendo los resultados la GSMA firmara un contrato con la ciudad para celebrar el MWC aquí hasta el 2023 "como mínimo", como tampoco es extraño que Madrid se muerda las uñas de envidia cada principio de año cuando se acercan las fechas del esperado acontecimiento. ¿Continúa la guerra por la competitividad entre Madrid y Barcelona?

Ni las huelgas de metro y de taxi, ni los obstáculos burocráticos, ni el procés catalán ni, incluso, el atentado en Barcelona el verano del 2017 han sido suficientes para que la GSMA planteara otra localización para celebrar el Mobile, si bien su director, John Hoffman, asumió tener un plano B para hacer el MWC. En todo caso, en los planes B (Lisboa y Dubái) no aparecía Madrid.

Las amenazas de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el "Iremos a por él" para llevarse el MWC a Madrid llegan, sin embargo, en un momento en que parece que el nuevo gobierno central de Pedro Sánchez apostaba por "establecer puentes de diálogo" con el independentismo catalán. "¿Una estrategia política del PP contra el PSOE? ¿Una ambición irremediable?", se pregunta el empresariado. Sea como sea, las palabras encendieron el Gobierno, el Ayuntamiento barcelonés, el empresariado e incluso la GSMA, que dejó claro que el Mobile se queda, en Barcelona, "al menos hasta el 2023".

"Ir a por él" y la envidia madrileña

Hace justo un mes, en diciembre del 2019, el INE hacía públicos unos datos clave: el sorpaso de Madrid (19,2%) sobre Catalunya (19%) ya era una realidad. Unos datos que la prensa madrileña vendía como "la gran victoria de Madrid sobre Catalunya y el procés independentista". Pero a la hora de analizar los datos los históricos evidenciaban que el sorpaso se dio realmente el año 1980, y durante estos últimos 40 años, Catalunya ha conseguido mantener su peso del PIB en España—siempre en torno al 18,6% y el 19%— mientras que Madrid ha ido creciendo en detrimento de las otras comunidades autónomas. No es tanto un triunfo de Madrid sobre Catalunya, sino la absorción de riqueza de gran parte de España por parte de Madrid, el que ha hecho posible este sorpaso, pero "a veces el objetivo parece más ganar a Catalunya que hacer cosas de valor", señala parte del empresariado.

Pero la envidia de la capital se evidencia en varios acontecimientos, y el Mobile es un ejemplo más. "En vez de ir a por él, lo que tendrían que hacer es crear valor y no robarlo", aseveran varios empresarios. Los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona encendieron las alarmas en la capital española, que todavía no ha estado nunca olímpica y acumula ya cuatro fracasos (1972, 2012, 2016 y 2020). Muchos recordarán el famoso "relaxing cup of café con leche in plaza Mayor" de la exalcaldesa madrileña Ana Botella en el 2013, cuándo intentaba vender Madrid para las olimpiadas de este año, 2020, que se celebrarán en Tokio.

Barcelona hace tiempo que anuncia que apuesta por una candidatura Pirineos-Barcelona para los Juegos de Invierno del 2030, y justo dos días después de la investidura del nuevo alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, éste ya anunció la voluntad de presentar la capital española para los Juegos Olímpicos del 2032. Una guerra declarada, ya que difícilmente podrán ganar las dos, según han ido explicando varios expertos, como el vicepresidente del COI, Juan Antonio Samaranch, en una entrevista en El País: "Sólo podrá evolucionar un proyecto olímpico, Barcelona en el 2030 o Madrid en el 2032", aunque la candidatura Pirineus-Barcelona es un proyecto que está mucho más maduro.

No todo acaba con los JJOO. La batalla por la tercera pista del aeropuerto del Prat es también un ejemplo evidente. Los datos del aeropuerto barcelonés, que bate récords en pasajeros cada dos por tres, evidencian la necesidad de inversión en la infraestructura, que ya está al límite de su capacidad. Pero Aena se centra al alimentar Barajas, por mucho que Barcelona ha demostrado ser un hub internacional consolidado, y las diferencias de la financiación de Aena entre Catalunya y Madrid son palpables no sólo en las facilidades sino también en la gestión y las empresas subcontratadas.

Más ejemplos. El Corredor Mediterráneo -que no acaba de llegar nunca- parte de la idea de cruzar la costa del Mediterráneo, como bien su nombre indica, desde Algeciras hasta Francia y conectar con el resto de Europa. Según ha explicado varias veces el secretario de infraestructuras, Pedro Saura, "todos los corredores del Estado está previsto que aporten 50.000 millones de euros adicionales al PIB y 130.000 puestos de trabajo más en el 2030". Eso sí, pasará por Madrid, algo que muchos han criticado porque conceptualmente "no tiene ninguna lógica", desvía el tren de su objetivo, alimenta el centralismo y es un gasto de millones de euros añadido hacer dar la vuelta al corredor. "Pero si Madrid no tiene puerto, y el corredor es para unir puertos y empresas del Mediterráneo, no dentro de la península. Para hacer eso no hacía falta el ancho internacional", dicen los críticos. Pero Madrid lo quiere y así será. Y como los JJOO, el aeropuerto o el corredor... ahora el Mobile es la nueva envidia de la capital.