La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha anunciado que el Estado español destinará 190.687 millones de euros para las pensiones, hecho que supone una subida del 11,4% con respecto a la partida del 2022. Esta subida se debe a la actualización de las pensiones de acuerdo con el IPC, que el gobierno estima un alza del entorno del 8,5%.
Así pues, Montero ha anunciado que el Gobierno transferirá, por primera vez en 13 años, una dotación al Fondo de Reserva de las pensiones por un importe de 2.957 millones de euros procedentes del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI). A partir de aquí, ¿qué importancia tienen los Fondos de Reserva y qué consecuencias puede suponer actualizar las pensiones teniendo en cuenta que vivimos una crisis económica y las finanzas no registran superávit?
¿Es importante tener un Fondo de reserva?
El economista del Colegio de Economistas de Catalunya y profesor de la UOC, Josep Lladós, nos desgrana la situación más inmediata y cómo lo percibirán las futuras generaciones. De entrada, si vamos a la historia más reciente, hace falta tener en cuenta que el Fondo de Reserva no se había tocado en estos tres últimos años, con el gobierno de Pedro Sánchez al frente: "No se tocaban por una cuestión política, el déficit del sistema de pensión se cubría con los presupuestos generales". Así pues, si salen de uno u otro lugar es irrelevante: "No pasa nada si este Fondo se extinguiera".
La política anterior con el gobierno de Mariano Rajoy era bien diferente: "Los populares tocaron en abundancia el Fondo de Reserva". En este se pasó ya entonces y con la crisis financiera del 2008, de los 70.000 millones de euros de los cuales disponía, hasta poco más de 5.000 millones el año 2018. La primera crisis inmobiliaria se alargó hasta el 2013, pero a partir del 2014 se siguió utilizando y registrando un déficit: "La recuperación fue en base a más empleo, pero de salarios bajos, muy bonificados y con poca estabilidad". Con la moción de censura de Sánchez, los socialistas rebajan los 5.000 de este fondo en poco más de 2.000 el año 2019 y, posteriormente, deciden congelarlo y no tocar nada. Y así llegamos ahora: unas pensiones financiadas directamente por el presupuesto general.
Hay que prepararse para nuevas restricciones
¿Y cuál es el futuro? "No podemos contar con este fondo y tenemos que tomar medidas". En esta afirmación, el economista Lladós, detalla algunas de las problemáticas actuales: "La reforma del 2013 fue muy fuerte, aportó sostenibilidad pero disminuyó las pensiones; la previsión es que la esperanza de vida todavía suba más; y sí, la actualización del IPC era necesaria, pero parece que no se la garantiza sostenibilidad con la llegada de nuevos pensionistas con pensiones medias más altas, no se puede cubrir con los ingresos previstos en el sistema y algún ajuste se tendría que hacer, es decir, del importe que tendrán las pensiones futuras". A la contra, ya hay algunas medidas para compensar este escenario: subir los tipos de cotización máximas, también los impuestos de los autónomos, etc. Desde la Unión Europea advierten que estas medidas son insuficientes y, por lo tanto, hay que prepararse para más restricciones: "Hace falta un cambio más". Y en estos, tampoco son suficientes pasar de los 65 a los 67 años la edad de jubilación o modificar los coeficientes.
"Nos falta una pieza", argumenta Lladós. ¿La pregunta es cuál y a quién afectará? Con los presupuestos del 2023 y la actualización de las pensiones se recuperará un cierto equilibrio, pero es una medida que se enmarca en las puertas de unas elecciones generales y, seguramente a posteriori, los economistas dicen que dará un giro de 360 grados para volver en el camino marcado por la Comisión Europea. "Exigen un equilibrio y no podemos tener lo mismo que nuestros vecinos, como Francia o Alemania, sin planes de empresa y otros elementos que compensen y ellos sí previeron".
"Los boomers de 50 han levantado el estado del bienestar"
Por lo tanto, el viejo lema que en los últimos tiempos se repite: ¿está en riesgo la sostenibilidad de las pensiones? Lladós pone el acento más en el corto plazo que en el largo. "El problema no es para la generación de los 25 a los 40 y tantos años, sino para los boomers de 50 que se incorporaron en el mercado laboral en una situación muy difícil, durante la década de los 70, han aguantado el estado del bienestar y ahora les tendrán que decir que no podrán recoger todo aquello que han financiado".
Nos encontramos ante un problema doble: el demográfico. Los que ahora tienen 50 años son de la generación del baby boom y la entrada de estos a la jubilación será masiva. "Habrá que responder a muchos, el reto será el sistema de pensiones del año 2030 en el 2045, máximo 2050". El economista sostiene: "Te aseguro que la gente que sufrirá, los boomers, están muy concienciados políticamente, son ellos quienes llevaron la democracia y lucharon contra el final de una dictadura y no se quedarán de brazos cruzados si no se les da una solución".
"Los de 30 años tienen tiempo de planificarse"
¿La otra cara de la moneda? Las generaciones posteriores, como los millenials, que ya están en el mercado de trabajo, pero no llevan tantos años cotizados. "Estos tienen más tiempo de parar el golpe y les queda recorrido". Algunas alternativas son capitalizar ahorros, hacer un plan de pensiones privado y, desde el Estado, fomentar políticas de natalidad, inmigración o cambiar los modelos productivos para generar más valor en su ocupación. Nuevamente, los de 50 van tarde: "Tienen poco margen para modificar su perfil profesional, han sostenido el país a cambio de muy poco y tienen un riesgo más alto".