El título no es muy original, de acuerdo, porque ya todo el mundo tiene claro hacia dónde se inclina el diario de la Diagonal. También es una simplificación, porque sólo con los votos del PSC, el Govern de Esquerra suma 66 votos, a dos de la mayoría necesaria para aprobar los presupuestos, y habrá que añadir a alguien más. Había que ponerlo, sin embargo, no sólo porque atrae, sino porque ir a buscar al PSC para hacer los nuevos presupuestos es el mensaje que corre bajo la apertura de La Vanguardia. Un mensaje en una portada: no hay más remedio que pactar con los socialistas. Parece más lógico pensar que la posición del Círculo le ha servido al diario de excusa para aconsejar al Govern en portada. Porque resulta difícil de tragar que el diario de referencia crea que la noticia más importante del día es "un aviso" del Círculo de Economía sobre lo que sea —en este caso sobre la necesidad de que la Generalitat apruebe unos nuevos presupuestos.
Sería como soplar en caldo helado, como dicen en el País Valenciano. No hay memoria de cuándo fue la última vez que algún movimiento del Círculo de Economía tuvo alguna consecuencia fuera de los salones del mismo Círculo y de las páginas de los diarios, especialmente de este. La Vanguardia, tradicionalmente, ha sido la publicación de a bordo de los salotti buoni de Barcelona que se atribuyen el papel de la mítica burguesía catalana, clase extinguida a principios del último tercio del siglo XX como fuerza innovadora y creativa capaz de algún impulso o cambio destacables para el país. Josep Pla se lamentaba irónicamente de que el parlamentarismo (o era el republicanismo?) español sólo había provocado un inmenso papeleo. Una cosa parecida ocurre en el Círculo o en el Foment del Treball: hace años que generan olas de estudios, jornadas y "avisos" —ahora en los diarios todo son "avisos", "exigencias", "reclamaciones", etcétera— sin más resultado que ir a morir a la playa de papel impreso de La Vanguardia. En resumidas cuentas, el mismo papeleo que Pla deploraba.
La prueba de todo ello es la fotografía principal de la mismísima portada de La Vanguardia de este viernes: una multitud de empresarios, ejecutivos y mandarines reunidos en Barcelona para someter a la ministra de Transportes, la gavanense Raquel Sánchez, al rito anual de reclamar el Corredor Mediterráneo, reprobar los retrasos en la obra, llorar la inacción del gobierno español, etcétera. "Seis años después de arrancar esta reivindicación empresarial del AVE —dice el diario de referencia en su crónica—, [Vicente] Boluda [presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE, tiene gracia)] ha recordado que "en democracia hemos tenido siete presidentes del gobierno [español] y ninguno ha cambiado esta dinámica, es decir, que ninguno ha completado la actual España radial con una circular en términos de infraestructuras".
La frase de Boluda funciona igual si cambias a "siete presidentes del gobierno" por "tantas juntas directivas del Círculo de Economía", "tantas juntas directivas d Foment" o "tantas juntas directivas de la Asociación Valenciana de Empresarios". El resultado es que el Corredor Mediterráneo acumula 25 años de retraso y decenas de promesas y compromisos incumplidos de los ministros del ramo. Las entidades, instituciones y próceres locales són apenas paisaje. Los diarios reseñan invariablemente estos actos —aquel encuentro legendario en el IESE del 2007 siempre en la memoria— mientras el gobierno español, cualquiera, de la época y color que quieras, responde "preferiría no hacerlo, como el memorable escribiente Bartleby del cuento de Melville.