Los buenos títulares de la portada de La Vanguardia dan un poco de cangueli. Dice el principal que el gobernador del Banco de España recomienda más impuestos y menos gasto público para enfrentar la recesión económica derivada de la pandemia. Al mismo tiempo, según el subtítulo, el mismo gobernador alerta del aumento de las desigualdades, que afecta especialmente a las mujeres y a los jóvenes —este es el tema que ha escogido El Periódico para su título principal. El gobernador, Hernández de Cos, ha formulado los dos conceptos en el mismo discurso. Cuesta entender que alguien en su posición no sea consciente de que, en España, una cosa va con la otra, y de que lo que propone como remedio en el título tendrá las consecuencias de las que él mismo nos alerta en el subtítulo. A esta gente ¿de dónde la sacan?
Traducido al lenguaje de diario popular —la técnica es simplificar y exagerar sin mentir— el título podría ser: "El Banco de España quiere que la crisis también la pagues tú". El subtítulo sería: "Así se reaccionó a la recesión del 2008 y no fue muy bien". Una alternativa: "Serás más pobre y tendrás menos prestaciones sociales (y confinado)". Etcétera.
La buena noticia es que el Banco de España (BdE) no tiene poder para decidir políticas concretas —ni mucho poder en general, pues está trasladado al Banco Central Europeo—. La tarea principal del BdE es supervisar el sistema bancario español. También la tenía antes de la recesión de la pasada década, que acabó justamente en el rescate de los bancos, a los que se conoce que no vigilaba nadie, como ha quedado bien documentado en diversos libros de gente seria. La mala noticia es que el BdE sí influye en quienes planifican las políticas económicas y sociales.
Además, según adelantan El Mundo y ABC —que tienen el valor que tienen, ya nos entendemos—, parece ser que la enseñanza concertada no se beneficiará del plan de reconstrucción postpandemia. En Catalunya, estas escuelas suponen más de un tercio de los alumnos y, como explica Jordi Barbeta por aquí ("¡Uf! ¡Y ahora vuelven los papanatas!"), no pueden cerrar de un curso para el otro porque no hay bastantes centros públicos para asumir a tantos estudiantes. Eso sin entrar a discutir la parte sustancial de la cosa, que es la libertad, etcétera. Se ve que cuando la recesión (o la pandemia) entra por la puerta, la libertad salta por la ventana —y la billetera también.