El petróleo barato deja la economía mundial en un callejón sin salida de dimensiones considerables y consecuencias cada vez más imprevisibles. El precio del barril de Brent (el petróleo que es medida de referencia en Europa) es ya de 29 dólares (unos 26 euros), un mínimo que no se alcanzaba desde febrero del 2004. En todo este año, el exceso de oferta del Brent ha depreciado un 21% su valor. Los últimos 18 meses, un 74%.

Además, la oferta se incrementará al entrar en juego el petróleo iraní una vez que la ONU, los EE.UU. y la UE levanten las sanciones impuestas para frenar el programa nuclear de la República islámica.

Ganadores (o competidores)

La caída del precio del crudo se deriva de la inestabilidad económica en China y de la tensión latente entre la Arabia Saudí e Irán. Con permiso de los Estados Unidos, estos dos países serán los únicos grandes competidores que quedarán en el mercado petrolífero, siempre que Teherán cumpla las condiciones impuestas sobre su programa nuclear, motivo por el cual se impusieron las mencionadas sanciones. Si Irán se comporta, aspira a exportar diariamente entre 500.000 y un millón de barriles, pues tiene la cuarta mayor reserva del planeta.

 

Después de haber vendido Aramco, su joya de la industria petrolera, Arabia Saudí presentará batalla avalada por unos costes de producción muy bajos pero con la firme convicción de que el petróleo ya no volverá a ser nunca más el que era.

Reservas chiíes contra costes suníes. El objetivo común de Irán y Arabia, en un contexto de discrepancia política y religiosa de los dos países por el dominio de la región, es combatir el fracking norteamericano, un método de extracción de gas y petróleo del subsuelo que no resulta tan rentable con los actuales precios del crudo y que hasta ahora ha permitido a los EE.UU. no depender tanto del petróleo de Oriente Próximo.

Perdedores (o no tanto)

La competición por la hegemonía de la cuota de mercado mundial del petróleo será un baile de dos que se está saldando con graves consecuencias para los otros grandes exportadores de crudo, como Venezuela, Brasil, Angola o Rusia.

 

Estados Unidos y su firme apuesta por el fracking también están en peligro, pues este tipo de extracción no favorece a los intereses de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Su coste es ahora demasiado caro. Los productores norteamericanos son plenamente conscientes y ya han anunciado una reducción de 23.000 barriles diarios a partir del próximo mes de abril.

Mientras tanto, Europa se lo mira con prisa para saber qué sucederá, pero con la calma de no ser productora de crudo. El hundimiento de las petroleras, que son las claras perdedoras del crudo barato, puede tener un gran impacto sobre la economía mundial. Europa, a pesar de beneficiarse de un precio más bajo como importadora de petróleo, todavía mantiene gran dependencia respecto de los países exportadores.

La profecía de la bolsa

El petróleo barato también hace daño a los inversores. El Dow Jones (-2,39%) y el Ibex 35 (-2,35%), este viernes, volvieron a rozar el suelo durante la jornada bursátil, anticipando así una potencial crisis en los países emergentes y en los Estados Unidos.

 

Queda por ver cuál será la reacción de la Reserva Federal norteamericana y del Banco Central Europeo para paliar el incendio económico y político derivado del petróleo barato.

¿Repostar más barato?

Todo indicaría que poner gasolina será más barato. Pues no –o no tanto–. El gasóleo está por debajo del euro y la gasolina 95 se ha situado esta semana en precios de marzo del 2010, un descenso de un 0,62% y un 0,09%, respectivamente. Sin embargo, la relación entre el precio del crudo y el de la gasolina es sólo parcialmente proporcional así que la calculadora no da un resultado exacto.

 

La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) ha reiterado que los impuestos y los costes de distribución de la gasolina "minoran la variación porcentual [de la gasolina] tanto en las subidas como en las bajadas [del petróleo]". Es decir, que el precio de pasar por la gasolinera no favorecerá tanto a los consumidores como podría parecer, porque el coste del crudo sólo representa en torno al 40% del precio de la gasolina. El resto del precio corresponde a refinado y transporte (10%) e impuestos (50%).