Se habla mucho de los efectos políticos de la independencia de Catalunya, pero a menudo se olvida la vertiente económica. En el marco de la Universitat Catalana d'Estiu, la economista y docente Elisenda Paluzie ha expuesto las posibilidades económicas de una Catalunya independiente, que contradicen una serie de tópicos que han salido en los últimos tiempos.
Estos son los argumentos recurrentes en contra de la independencia, que quedan rebatidos con los datos sobre la mesa.
La economía depende de España y seguirá siendo así
Uno de los recursos más frecuentes para rechazar la independencia es la dependencia de la economía catalana hacia la española.
Paluzie apunta que en economía siempre se cumple la ley de la gravedad, que hace que las relaciones económicas sean fuertes entre países ricos y vecinos. De hecho, el primer país al que exporta Catalunya es Francia (9.893 millones de euros), seguida de Aragón (8.582 millones), Alemania (6.713 millones), el País Valencià (6.675 millones) e Italia (4.630 millones).
"Siempre se comercia con el que tienes más cerca y tiene mayor renta per cápita. Solo aparece Alemania como excepción por su importancia económica dentro de la UE", ha matizado la ponente, que ha añadido que "la independencia no afectaría a las relaciones comerciales".
Madrid, al contrario de lo que se piensa, no es un cliente importante en términos de exportaciones. Es el octavo socio, con 3.391 millones de euros. "La Comunidad de Madrid, a pesar de ser la que tiene mayor renta per cápita de España, no tiene un peso especialmente estratégico en la economía catalana".
Un boicot podría ser catastrófico
Otra posibilidad que ha planteado el sector unionista es un boicot a los productos catalanes después de la independencia.
Los estudios llevados a cabo por el Gobierno sobre Catalunya plantean posibilidades de un boicot que suponga una caída del 30% del PIB. "Eso no tiene sentido. Para llegar a una caída así haría falta que ningún español comprara un producto de consumo catalán". Paluzie habla de unos efectos reales de un boicot del 1% del PIB aproximadamente, muy por debajo de los informes del Gobierno.
En una economía multinacional es bastante improbable que tenga lugar un boicot. Por eso, el año 2005, se apostó por el boicot en el mercado local: el cava. "Aquella experiencia dejó un escenario positivo: las ventas cayeron en España un 6,6%, mientras que las exportaciones aumentaron un 6,3%". La situación, por lo tanto, se pudo revertir. "Eso demuestra que la economía española no es determinante para la subsistencia de la economía".
El Estado catalán sería fallido
Se ha dicho también que la Catalunya independiente no sería viable económicamente. Paluzie ha utilizado un estudio de las economistas a Núria Bosch y Marta Espasa sobre la hacienda de una Catalunya independiente.
El hecho es que, con los últimos datos disponibles (2011), si Catalunya fuera independiente tendría 45.317 millones de euros más para hacer su presupuesto. Eso multiplicaría prácticamente por tres la inversión por habitante. Según Paluzie, ni con todos los gastos que supondría el nuevo Estado (39.507 millones), la futura Catalunya independiente tendría más capacidad de inversión que en el actual status autonómico. Entre estos gastos se encuentran las pensiones de jubilación y de paro, entre otros subsidios.
Actualmente, en cambio, Catalunya vive en una situación de infrafinanciación. "Catalunya aporta 2.602 euros por habitante, mientras que recibe 2.352 euros, explica a la ponente". "En España hay una sobrenivelación", reitera Paluzie. Es decir, en vez de que las comunidades que menos aportan reciban unos servicios parecidos a las que más aportan, al final las que aportan más impuestos acaban teniendo servicios peores que los de la media"
Catalunya saldría de la UE y también del euro
Esta es la amenaza más recurrente de los partidos constitucionalistas y del Gobierno. Solo hay que recordar las palabras de Margallo asegurando que Catalunya quedaría fuera de la Unión Europea "por los siglos de los siglos".
La salida de Catalunya de la Unión Europea es una posibilidad, pero una salida del tratado no quiere decir necesariamente salir del euro. Existen muchos tratados europeos con condicionantes diferenciados: se puede estar dentro de la UE sin el euro, como se puede ser fuera de la UE con el euro. Y todo se puede conseguir por dos vías: con un acuerdo entre las partes o sin acuerdo, como en el caso de Kosovo y Montenegro.
Además, la continuidad dentro del euro no necesita un acuerdo unánime entre los estados miembros de la UE: "España no podría impedir que Catalunya tenga euro. Si una mayoría de estados europeos lo quiere así, podrá haber acuerdo".