En Suiza todo se decide a través de las urnas. También el salario mínimo y ahora, en el cantón de Ginebra, han decidido fijar uno astronómico: 3.786 euros mensuales por 41 horas semanales de trabajo. Es decir, 21 euros la hora. Esta decisión se ha decidido a través del cantón ya que Suiza, a diferencia del estado español y la mayoría de países, no impone un salario mínimo nacional.
A pesar del dato, los que viven remarcan que el coste de vida que tienen es muy alto. A modo de ejemplo, alquilar un apartamento de dos habitaciones cuesta 2.800 euros mensuales, una comida fasto food 8 euros y una entrada para ir al cine, 16.
Según un estudio de la Worldwide Cost of Living Economist Intelligence Unit, Ginebra es la quinta ciudad más cara del mundo y tan sólo la supera, de más a menos: Singapur, París, Hong Kong y su vecina Zurich. Sorprende que a pesar de estos datos, en París el salario no llega ni a la mitad de lo que se cobra en Ginebra: 1.521 euros brutos. Y más allá de los mínimos, el sueldo medio de esta parte de Suiza llega prácticamente a los 7.000 euros.
La votación para subir el mínimo se hizo promovida por los partidos de izquierda y los sindicatos que defendieron esta propuesta por la lucha contra la inseguridad y la pobreza. Según las autoridades, este aumento beneficiará a 30.000 personas, dos tercios de las cuales son mujeres. Pero las consecuencias también se notarán con su vecina, Francia: cada día hay 300.000 franceses que pasan la frontera para ir a trabajar a Suiza, los cuales pagan una gran parte de sus impuestos a este país, y ahora saldrán beneficiados.
¿El motivo? El coronavirus
Los cambios se harán efectivos a partir del 17 de octubre y Ginebra pasará a tener el salario mínimo más alto del mundo. Los 500.000 votantes del cantón suizo dijeron sí a esta propuesta sindical el pasado domingo 27 de septiembre, en contradicción con las recomendaciones del parlamento local. Esta reforma ya había sido denegada dos veces, el 2011 y 2014. Ahora, con la crisis del coronavirus, la percepción de sus ciudadanos ha cambiado. La pasada primavera, los suizos vieron como bancos y hoteles de lujo de Ginebra enviaban a la calle a sus trabajadores que no tuvieron más remedio que recurrir a la ayuda alimentaria para sobrevivir.