No sé cuantas personas habrán seguido el acto de inauguración del curso político en la sede del Instituto Cervantes, en Madrid, con el que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, le ha dado el pistoletazo de salida y ha tratado de salir de en medio del fuego catalán por la financiación. Doy por descontado que ninguno de los asistentes era de Esquerra Republicana y menos de los que tuvieron que validar el llamado financiamiento singular, ya que de haber estado presentes, habrían tenido que sacar precipitadamente su iPad, su ordenador o el teléfono móvil para ver que el discurso de Sánchez poco o nada tiene que ver con los que ellos han ido vendiendo. Catalunya tendrá más dinero, por descontado. Pero hay cuatro cosas que ni tendrá, ni pasarán: no tendrá un concierto económico, ni soberanía fiscal, ni la llave de la caja, ni la posibilidad de acabar con el déficit fiscal; tampoco pasará que salga del régimen común en el que están todas las autonomías, excepto el País Vasco y Navarra.
El gobierno español ya ha empezado a recoger carrete y lo ha hecho intentando dos cosas: aparecer como el benefactor de todas las comunidades autónomas y dejando claro que aquí no hay una singularidad catalana, hay 17 singularidades españolas. Sánchez es el nuevo rey Midas que permitirá que todas las autonomías salgan de la miseria actual, sean del PSOE o del PP, también los catalanes, ya que habrá dinero para todos. Solo había que oírle como se comprometía solemnemente, no como un acto de justicia, ya que el actual sistema de financiación que, como todos, es quinquenal, se aprobó en 2009 y la renovación va diez años tarde. Rajoy primero y luego él han estrangulado todas las autonomías, mientras el Estado se hacía rico y no necesitaba adelgazar su insoportable maquinaria administrativa en tantas y tantas áreas en las que no tiene competencias. Las autonomías podían estar tranquilas y los que se tienen que preocupar a partir de ahora son los que tienen un Lamborghini, el automóvil de lujo que se tendrá que desterrar del parque móvil español, aunque al año no se matriculan más que unas pocas decenas. Esta es la nueva proclama monclovita: "Más transporte público y menos Lamborghinis".
En las rebajas del café para todos, a Catalunya le toca una taza más, como a los otros
En silencio, los presentes en el Instituto Cervantes, ni se atrevían a aplaudir, aunque muchos eran claramente de la cuerda gubernamental. "Les aseguro, les garantizo, me comprometo a que con la reforma del sistema de financiación autonómica que vamos a proponer aprobar, todas y cada una de las comunidades autónomas del país recibirán más recursos de los que recibieron mientras gobernaba el Partido Popular. Entre otras cosas porque nuestra intención es duplicar los recursos de la principal herramienta de solidaridad que recoge la Constitución Española que es el Fondo de Compensación Interterritorial (FCI)". Supongo que algunos críticos de su partido en algunas autonomías igual bajarán su oposición, si es que se lo creen. La primera reacción de Castilla-La Mancha que preside Emiliano García Page, el barón díscolo, aquel que siempre sale hablando en contra y que acaba no haciendo nunca nada, lo ha considerado una broma de mal gusto.
Pero, allá ellos. A nosotros lo que nos tiene que preocupar es como queda la financiación de Catalunya. No solo el dinero, que aquí Sánchez puede mejorar mucho lo que se recibe. La clave va a estar en arrancar lo que no está. Soberanía fiscal, llave de la caja y posibilidad de acabar con el déficit fiscal. Si, además, nos acercamos mucho al concierto vasco y navarro, del que no nos debíamos de haber apeado nunca en esta negociación, mucho mejor. Porque en las rebajas del café para todos, a Catalunya le toca una taza más, como a los otros. Y de lo que se trataba era de que tuviera su propia cafetera, no de que siguiera mendigando una taza un poco más grande a quien tiene el juguete con el que asfixia la economía catalana. Ese era el partido y ya no sé si estamos a tiempo de jugarlo o solo cabe el berrinche y la amenaza.