Aunque es una de los cientos de propuestas que se acostumbran a formular en una campaña electoral, Jaume Collboni ha anunciado este martes, de manera que no puede ser entendido como un globo sonda, la creación de la figura del alcalde de noche en Barcelona. Sería el responsable de programar, coordinar y hacer de mediación de la actividad que tiene la ciudad por la noche y su ámbito de actuación quedaría restringido de las 10 de la noche a las 6 de la mañana. También ha comentado el alcalde que no es un invento suyo y que ya figura en otras capitales, como Nueva York y París, cosa que debo reconocer que no tenía ni idea.
El hecho de que el propio alcalde haya abierto la posibilidad a que esta figura, de nueva creación, sea ocupada por el líder o lideresa del partido que tiene que sumarse a la mayoría de gobierno en la ciudad de Barcelona, o sea Xavier Trias o Ada Colau, no deja de ser un morbo añadido. Ha dicho Trias que él no lo será porque está de salida del consistorio barcelonés, como ha repetido en varias ocasiones desde que el pacto entre PSC, comunes y PP le arrebató la alcaldía pese a ser el ganador de las elecciones del pasado mes de mayo. Sin embargo, Trias, que es gato viejo y se ha ofrecido para un pacto de gobierno con el PSC, no ha rechazado la idea, se ha limitado a puntualizar que es un marrón para quien acabe siéndolo, pero que tampoco le parece mal.
Si Collboni gira la vista a la izquierda, se encuentra con los comunes, cuya portavoz de Barcelona en Comú, Janet Sanz, ha rehusado entrar en este debate, porque considera que Collboni lo único que pretende es marear la perdiz y no cerrar de manera definitiva un acuerdo que le permita superar el listón de diez diputados de 41 con los que gobierna la ciudad de Barcelona. Con una cierta razón, Sanz ha señalado que mejor que hablar del alcalde de noche, se tiene que hablar del gobierno de día. Sea como sea, me parece, con el paso de las horas, una idea nada despreciable, la de Collboni, y una manera de reconocer con un papel también real a quien conforme con los socialistas una mayoría de gobierno para dirigir la ciudad.
Febrero parece un plazo más que razonable para que Collboni deshoje la margarita sobre cómo quiere orientar la ciudad en los próximos años y con qué socios compartiendo el timón de la capital
En este puzle que Collboni deberá completar más pronto que tarde, están también las declaraciones de Ada Colau del pasado fin de semana, señalando que no pensaba incorporarse a las listas de Sumar al Parlamento Europeo y que iba a quedarse a hacer política en Barcelona. Es, sin duda, un elemento más, ya que el tándem Collboni-Trias, si hubiera acuerdo, no será tal, sino que al frente estará otro dirigente de Junts, porque el exalcalde se irá a su casa; en el caso del tiquet Collboni-Colau, no será ficticio, sino real, con la alcaldesa siempre presente en la gobernanza de la ciudad y, aunque quede lejos, mirando a una hipotética y futura candidatura de 2027 para recuperar la vara de mando de la capital catalana. Es cierto que para los socialistas pensar en unos comicios de dentro de más de tres años es algo muy difícil, pero dada la resistencia electoral de Colau que demostró el pasado mes de mayo, una plataforma en la ciudad le permitiría retener influencia y votos.
Sea de día o de noche, con un alcalde a tiempo total o con dos a tiempo parcial, con responsabilidades compartidas o delegadas, o como se quiera enfocar el futuro de la gobernanza de la ciudad, el mes de febrero parece a estas alturas un plazo más que razonable para que Collboni deshoje la margarita sobre cómo quiere orientar la ciudad en los próximos años y con qué socios compartiendo el timón de la capital.