Aunque no deja de ser curioso que el proponente de la ley de amnistía —junto a Esquerra Republicana— vote en contra de su iniciativa política más importante en lo que llevamos de legislatura, el movimiento de Junts per Catalunya estaba sobradamente anunciado. Era público y conocido que si no se modificaba la ley para evitar las importantes lagunas jurídicas que tiene el texto y que permitía pasillos para las nuevas acusaciones por terrorismo del magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón y de traición por parte del titular de juzgado número 1 de Barcelona Joaquín Aguirre, el partido de Carles Puigdemont no cedería. Entonces, ¿dónde está el revuelo una vez confirmado que el PSOE no variaba su posición?
Evidentemente, los socialistas no salen bien en la foto final y están con un lío interno enorme, que afecta muy en primera persona al ministro de Presidencia y de Justicia, Félix Bolaños, al que los independentistas hacen responsable de la falta de acuerdo. Uno de sus aliados de investidura les ha dejado, al menos provisionalmente, tirados y eso es, lógicamente, todo menos agradable. Pero más allá del resultado de la votación, nada está definitivamente acabado y se ha ganado tiempo para encontrar una solución en los próximos 30 días. El texto rechazado volverá a la comisión de Justicia del Congreso, que dispondrá entonces de quince días para hacer modificaciones, de acuerdo con el dictamen que la misma comisión aprobó. También entrarán en juego las enmiendas en solitario de Junts y ERC y las transaccionadas entre Junts y Esquerra y entre Junts y el PNV que se han votado y rechazado en el pleno de este martes. En otros quince días se tendrá que celebrar un nuevo pleno en la cámara baja y volverse a votar de nuevo en el pleno.
Por en medio, habrán transcurrido las elecciones gallegas, previstas para el domingo 18 de febrero, en las que los populares se juegan retener el gobierno autonómico. Las encuestas le son favorables, en principio, pero al necesitar la mayoría absoluta para mantenerse en el gobierno, su margen es reducido y cualquier merma de un escaño perdido le podría desplazar a la oposición. Esta hipótesis, si acabara sucediendo, abriría una crisis en el PP, dada la condición de gallego de Alberto Núñez Feijóo y con su liderazgo en precario a la espera de un tropiezo. Los socialistas, que son especialistas en hacer de la necesidad virtud, seguro que ya han empezado a pensar en cómo sacar brillo a esta derrota en el Congreso, aunque sea por la vía de decir que no están dispuestos a todo y han estado inflexibles en no ceder a las demandas de Junts.
Una vez vuelvan las aguas a su cauce, es más que probable que el PSOE y Junts encuentren una vía al avispero en el que ahora se encuentran
Como que en política un mes es una eternidad, una vez vuelvan las aguas a su cauce, es más que probable que PSOE y Junts encuentren una vía al avispero en el que ahora se encuentran. Porque lo contrario sería la interrupción de la legislatura, una hipótesis que, en serio, ninguno de los dos contemplan, ya que la ruptura no es una solución que esté encima de la mesa. Moncloa deberá proponer soluciones que sean satisfactorias para Junts y aquí el camino no es amplio pero existe. En cualquier caso, no podrán ser improvisaciones chapuceras para salir del paso, como alguna de las que se han cruzado este martes y que no han tenido recorrido político alguno. Ayudaría también en la necesidad de construir un clima ahora inexistente que se pusiera en marcha la Fiscalía por la Operación Catalunya a la vista de toda la información publicada estas últimas tres semanas. Pero no exclusivamente en el caso del fiscal Martín Rodríguez Sol.
En este mes que transcurrirà hasta la nueva votación en el pleno del Congreso, es muy probable que la justicia española ofrezca algo más que nuevos indicios en su oposición a la amnistía. Habrá que estar atentos tanto a García-Castellón como a Aguirre. Sobre todo, al primero, que no hay que descartar que ofrezca en este tiempo nuevos titulares.