El congreso que ha celebrado este sábado en Argelers Junts per Catalunya será recordado por el relevo de Carles Puigdemont y de Jordi Sànchez al frente del partido. Obviamente, también por la entronización de Laura Borràs y Jordi Turull al frente de la organización: pero al lado de estos dos titulares hay otro más de fondo que no habrá que perder de vista: el despertar del alma convergente en el seno de Junts, que ha querido dejar constancia en las votaciones que se han producido que, ante la ausencia del liderazgo de Puigdemont, al que no se le discutía nada como antaño a Jordi Pujol y a Artur Mas, el camino más seguro pasa por volver a las referencias de la centralidad del mundo convergente. Sin renuncias, pero poniendo en valor que el país avanzó hacia la independencia con Mas y Puigdemont y, en cambio, viró hacia el autonomismo con Pere Aragonès.
Los resultados de las votaciones de los militantes, los premiados y los castigados, tienen mucho que ver con este retorno del alma convergente. En última instancia, los militantes con su voto premian a políticos y también premian maneras de hacer política. El hecho de que Turull y Anna Erra, la alcaldesa de Vic y vicepresidenta, hayan superado en la votación a Laura Borràs no es un dato menor. Que además el primero haya obtenido 1854 votos frente a los 1776 de Borràs es todo un golpe encima de la mesa que evidencia que Turull tiene toda la legitimidad para conducir el partido de acuerdo con el rol que establecen para el secretario general los estatutos.
Si Borràs ha tenido un voto de castigo que debe ser considerado suave, no ha sucedido así con lo que se puede considerar su guardia más cercana: su candidata a vicepresidenta y colaboradora muy cercana Aurora Madaula fue la cuarta persona menos votada y retuvo el cargo al que aspiraba porque, a diferencia de los vocales, no tenía que sacar el 50% de los votos sino el 50% del vicepresidente más votado. Aun así, estuvo en un tris de quedar fuera con 919 frente a los 1791. Con 24 votos menos no hubiera superado el corte. Quien no lo superó fue el secretario de organización, David Torrent, también propuesto por Borràs, y que de acuerdo con el reglamento no supera los votos exigidos para ser escogido. Hay un problema, aunque en el fragor del congreso no parecía haber un especial interés en respetar el reglamento. Hay más ejemplos y todos son en la misma dirección.
Se puede deducir fácilmente que los militantes han votado a los cuadros de Turull en la ejecutiva —más pragmáticos pero igual de independentistas— para que gestionen el día a día del partido. Es muy probablemente una victoria póstuma de Jordi Sànchez, que deja la secretaria general —aunque no se retira, ni mucho menos de la política— pero con el resultado del congreso en las votaciones de este sábado, los militantes ratifican, en líneas generales, cómo ha gestionado el partido en los últimos dos años.
Si Turull, Erra y Borràs son los tres más votados, el sexteto lo completan Josep Rius, Jaume Giró y Míriam Nogueras. Especialmente relevante es el quinto puesto del conseller d'Economia (1648 votos), nuevo en estas lides partidistas y también en el mundo de la política. El aval de la militancia de Junts en su primer test interno demuestra que la fase de aterrizaje la ha superado con nota. También que la gestión vuelve a ser un activo después de un tiempo en que los discursos habían ocupado prácticamente todo el escenario.