Se han cumplido ya cuatro años de aquel trágico ataque del 17 de agosto de 2017 en Catalunya en que un atentado, reivindicado por una célula deEstado Islámico, dejó detrás de sí un reguero de dolor que se saldó con dieciséis víctimas mortales y la muerte de ocho terroristas. Las ciudades de Barcelona, Cambrils, Ripoll y Alcanar, pero en general Catalunya entera, recuerdan aquella jornada de agosto con una emoción permanente y un dolor especial en la que se sumaron la sorpresa primero y la inmediata indignación que siempre comporta un ataque terrorista, con una respuesta ciudadana ejemplar de una población madura y solidaria con las víctimas. También de aquel día queda el orgullo de una policía catalana que en un tiempo récord fue capaz de acabar con un comando terrorista sanguinario que tenía suficiente capacidad operativa para seguir actuando.
De alguna manera, Catalunya, tierra de paz y de acogida, no ha conseguido pasar página a aquel atentado. Son varios los motivos de ello: en primer lugar, porque marcó a una generación que, pese a las noticias permanentes que situaban Barcelona en el foco del terrorismo islámico, no creían que llegara a producirse nunca. En segundo lugar, porque nunca nadie se hubiera imaginado que en una ciudad como Ripoll -de unos 10.000 habitantes- hubiera podido crecer en tan poco tiempo una célula terrorista tan mortífera comandada por un imán de la población, Abdelbaki es Satty.
Pero si algo ha ocupado páginas y páginas estos últimos años más allá de la preparación del atentado, su desarrollo, las víctimas, los terroristas muertos y los Mossos d'Esquadra, ha sido, sin duda, el papel del imán Es Satty como confidente de la policía española, la negativa permanente de los partidos del régimen a crear una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados y, finalmente, la oposición de la Audiencia Nacional para analizar si hubo negligencia, mala fe o, incluso, algo más en los cuerpos de seguridad del Estado.
El juicio de la Audiencia Nacional condenó a penas de entre 8 y 53 años de cárcel a los tres acusados por los atentados, por organización terrorista y tenencia de explosivos pero les absolvió por los homicidios. La Asociación de Víctimas del Terrorismo anunció el pasado mes de mayo su voluntad de recurrir la sentencia y pedir la repetición del juicio. Lo cierto es que las injustificadas trabas políticas cuando había habido tantas víctimas mortales, los insalvables obstáculos judiciales y la sentencia no convencieron a todo el mundo y alimentaron la idea de que se hubiera podido hacer mucho más para saber toda la verdad. Y no fue posible.