Por más paños calientes que le ponga la alcaldesa de Barcelona, la edición del Mobile World Congress (MWC) del 2016 quedará marcada como la primera en once años en que el consejero delegado de GSMA, la empresa organizadora del congreso, ha dado un estirón de orejas a Ada Colau por la huelga del metro en la jornada inaugural y el caos circulatorio que en algunas franjas horarias ha padecido la ciudad. Algunas salas medio vacías a la hora de iniciarse las presentaciones de telefonía móvil, congresistas buscando un medio de transporte para acudir a primeras horas al evento y el consejero delegado de GSM, John Hoffman, ausente del paseo inaugural de las autoridades y del almuerzo posterior de la fundación Mobile World Capital, marcaron una jornada negra en su aspecto oficial y un punto de inflexión en la siempre excelente relación entre las autoridades locales y los organizadores del evento.
Colau ya tiene su primera gran contrariedad desde que accedió a la alcaldía. Y, curiosamente, no tiene que ver con sus posiciones de hace algo menos de un año, cuando cuestionó el beneficio que para la ciudad tenían grandes acontecimientos como el congreso del móvil. Su posición al respecto cambió rápido al llegar a la alcaldía y cuando comprobó que su actitud podía poner en riesgo su celebración a partir de 2018. Sea por esa posición ideológica de oposición al congreso, o por una cierta actitud naif en la negociación con los huelguistas, pensando que su intervención de última hora acabaría desenredando el conflicto, lo cierto es que el Ayuntamiento empezó este lunes no creyéndose la huelga y volviendo por la noche de nuevo a la mesa de negociaciones. La ronda de última hora la convocó la conselleria de Treball después del revuelo que provocó la empresa municipal TMB al hacer públicos este fin de semana, y como medida de presión, los salarios de los huelguistas.
Aunque Barcelona sigue siendo una ciudad con un gran impulso económico, temas como la moratoria hotelera o el conflicto con los comerciantes y su derivada con los manteros han sido analizados con una actitud crítica en diferentes foros de debate ciudadanos. Por no hablar de la retirada de la pista de hielo en el centro de la ciudad, la oposición del gobierno municipal a ampliar las zonas iluminadas durante las pasadas fiestas de Navidad, o la recuperación de la idea de unir el tranvía por la Diagonal. Todos ellos, temas que precisan de un gran consenso y de un diálogo que, por ahora, siempre se anuncia y nunca se practica.