Las dos formaciones políticas independentistas con representación en el Congreso de los Diputados, Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, han presentado ante la Junta Electoral Provincial de Barcelona un recurso para que paralice la visita que tiene que realizar el rey Felipe VI y los miembros de su familia, que han de participar el próximo lunes en la entrega de los premios Princesa de Girona, hasta después de las elecciones del próximo día 10. La iniciativa, que tiene pocas posibilidades de prosperar, por no decir ninguna, parte de una base sólida: su visita puede influir en la orientación del voto habida cuenta del abandono de su papel constitucional en el discurso del 3 de octubre de 2017 y, en consecuencia, no está garantizada su objetividad y puede influir en la movilización del voto constitucionalista.
Ya encontrará la Junta Electoral la manera de bloquear la iniciativa de los grupos independentistas, pero hay que reconocer a sus impulsores la originalidad de la resolución, porque es poco discutible, a la vista de los discursos recientes, que la exigible neutralidad hace tiempo que cayó en el olvido. Lo cierto es que, aunque hay muchas elecciones últimamente, hay fechas de sobra para que el acto no se celebre justo en una campaña electoral que dura tan solo siete días.
A ello se añade una situación ciertamente anómala como es que los premios Princesa de Girona vagan desde hace dos años por el territorio catalán. La negativa del Ayuntamiento de Girona a cederles un auditorio de propiedad municipal en 2018 los desplazó hasta Mas Marroch, el espacio lúdico y gastronómico de los hermanos Roca en Vilablareix. El desaire institucional que supuso para la familia real los ha llevado este año hasta Barcelona, toda una anomalía teniendo en cuenta el nombre propio de los premios. En este tiempo tampoco ha habido reuniones del patronato en Girona, se han ido aprobando mociones contra la monarquia en cientos de ayuntamientos catalanes, el Govern de la Generalitat ha roto relaciones con la Casa Real española, y el Parlament ha reprobado a Felipe VI y ha pedido la abolición de la monarquia. La distancia ha ido aumentando en estos últimos tiempos.
La visita de este lunes tampoco parece que vaya a ser diferente a las últimas, ya que se han realizado diversas convocatorias para impedir o dificultar la celebración del acto en el Palau de Congressos de la Diagonal y expresar la repulsa por la sentencia del Supremo a los presos políticos catalanes. La normalización de la polémica en todas sus visitas a Catalunya es una pésima carta de presentación internacional para la monarquía española y es también un signo diferenciador de lo que sucede en otros países de nuestro entorno europeo. Por eso no sorprende que la valoración de la institución obtenga una puntuación inferior al 2 entre los catalanes y que cuatro de cada cinco la suspendan, según el CEO.