Por más que uno lea y relea la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la aplicación del 155 por parte del Gobierno, previa aprobación del Senado, y las condiciones que se han de dar para ello, y uno constate que no hay margen alguno para tratar de activarlo, lo cierto es que el Madrid oficial, el que inspira partidos, medios de comunicación, judicatura y grandes empresas va a pasarse todo el fin de semana discutiendo sobre ello. No tanto porque lo digan Albert Rivera y Ciudadanos, que excepto en las televisiones su influencia es más bien escasa; ni el PP, que no quiere darle algo que consideran un triunfo al PSOE en una campaña electoral. Sino porque el PSOE ha decidido situarlo claramente encima de la mesa este viernes en el Consejo de Ministros. La ministra portavoz, Isabel Celaá, ha situado el 155 en un hipotético horizonte aunque precisando siempre que si se dan unas condiciones que hoy no se dan.
Es mucho más importante lo primero que lo segundo. Estar dispuesto a ello más que evaluar si se dan o no las condiciones, ya que eso, llegado el caso, depende de la mirada que se quiera aplicar. Alguien explica que incluso se han llegado a hacer estudios de campo sobre qué impacto tendría en una campaña electoral española y a quien beneficiaria más. Cuesta de creer que una hipotética anulación de la autonomía de Catalunya esté en el mercadeo del 10-N, pero la verdad es que a estas alturas uno ya no sabe qué pensar. Entre otras cosas, porque para la jornada electoral faltan 44 días y es mucho tiempo para saber con certeza cómo llegarán al 10-N todas las formaciones políticas.
Hoy el PSOE tiene un vértigo que hace unas jornadas no tenía, cuando las primeras encuestas le llevaban en volandas a una clara mejoría en las urnas y una gobernabilidad a escoger con Cs o Podemos, debilitados ambos. A estas horas, no está tan claro y lo único evidente es la mejora importante del PP que chupa de Ciudadanos y de Vox. El movimiento del presidente en funciones ha sido tan chapucero que no está tan claro que no haya irritado a una franja de la izquierda. Iván Redondo, el gurú que lo domina todo en la Moncloa y en el PSOE, quizás necesitará escenarios eléctricos en algún momento de las próximas semanas, ya que la exhumación de Franco puede tener menor recorrido electoral del previsto. Los miedos de un Vox muy a la baja ya no existen, la crisis económica que se cierne sobre España puede entrar en cualquier momento en campaña y de hecho lo que sorprende es que el PP no la utilice más. La Operación Errejón encaminada a debilitar a la formación morada hay que ver que sea así y no acabe haciendo daño también en el trasatlántico socialista. Apuntan que la desmovilización en el votante socialista no es hoy por hoy una exageración.
Llegados a ese extremo y con el clima que se está creando, uno tiene la percepción de que el PSOE acabará recurriendo a una cosa tan importante como el 155 en función de sus necesidades. Como, por ejemplo, está haciendo al pedir a las instituciones catalanas que se desmarquen de la violencia como si la estuvieran protegiendo o la hubieran protegido. La hoja de rechazo y condena del terrorismo siempre y en cualquier circunstancia del independentismo catalán y de sus líderes, es intachable. El movimiento es radicalmente pacífico. Pero, ¿si se juega con esto para amedrentar o por interés electoral, con qué no se puede jugar?