Aún no ha salido a la venta el libro de Pedro Sánchez Manual de resistencia que edita Península, una de las firmas de Planeta, que ya necesita una segunda parte. Un nuevo volumen que explique cómo su proceso personal de resiliencia ante las adversidades, que así se destaca en la presentación del libro, vuelve a chocar con tres realidades inamovibles: España no desea ser reformada y no aceptará nunca un diálogo con Catalunya, el PSOE es jacobino y carece de un relato propio para hacer frente a la derecha y si una vez le tumbaron los suyos, eso puede acabar sucediendo otra vez.
Porque, si no, ¿a qué viene la confrontación política que se ha montado una vez se ha conocido que se iba a crear la figura del relator para mediar en la crisis política entre España y Catalunya? ¡Un simple relator en una mesa de partidos! Suficiente para enfurecer a la derecha ideológica que transita entre múltiples partidos a lo largo de la geografía española. Hemos oído barbaridades como nunca antes ―y su lenguaje ya tiende a ser belicista― en boca de Pablo Casado, al afirmar que "la agenda que estamos viendo en Catalunya es la agenda de ETA" y que la Generalitat estaba dirigida por un grupo de delincuentes.
Felipe González ha salido a la palestra a asegurar que "no necesitamos relatores ni mesas de partidos sobre Catalunya". Alfonso Guerra, también en su línea, ha aprovechado para cepillar a Sánchez manifestando que la figura del relator equipara a España con Yemen o Burkina Faso. Hay más, muchos más, en el terreno político. Incluso las declaraciones de Rivera son irrelevantes ante el cariz que el tema está tomando. En el terreno mediático, Sánchez ha perdido al Grupo Prisa, que se había transmutado cuando el secretario general del PSOE llegó a La Moncloa. Prisa ha hecho esto que tanto le gusta hacer: un ejercicio de mando en plaza. Le queda TVE y poca cosa más. Recuerda a Adolfo Suárez en 1981. Y todo ello en vísperas de la manifestación convocada en Madrid para el domingo para echar a Sánchez y en defensa de la España eterna.
El debate del relator se junta con el de los presupuestos generales del Estado. Tras el anuncio del PDeCAT de que este viernes presentarán su enmienda a la totalidad, igual que hizo Esquerra el martes, todo queda ya pendiente de la votación del martes o miércoles de la próxima semana en el Congreso de los Diputados. El independentismo no tiene razones para permitir su tramitación en el Congreso. El gobierno español no ha hecho los deberes y Carmen Calvo ha ido diciendo una cosa en público y otra en privado. Cerraba acuerdos en La Moncloa o en Barcelona con Aragonès y Artadi y duraban unas pocas horas. Pero en política hay siempre una última jugada. Un último movimiento. ¿Cuál es la mejor táctica para mantener vivo el tema del relator, la gran baza del independentismo? ¿Se puede ser enemigo y al mismo tiempo aliado? En eso también consiste la política.