Que un deporte de masas como el fútbol no haya sido capaz de implementar un protocolo sobre los insultos racistas en el terreno de juego refleja lo mucho que hay que trabajar para que lo que es una auténtica lacra de la sociedad actual, sea extirpado de raíz. Este domingo, en el estadio Ramón de Carranza de Cádiz hemos visto como el insulto racista de un jugador local —el defensa Juan Torres Ruiz, conocido como Cala— al defensa francés del Valencia con nacionalidad guineana, Mouctar Diakhaby, al que le llamó "negro de mierda" no solo no tuvo mayores consecuencias, sino que tras abandonar el equipo visitante el terreno de juego, regresó después al campo sin el jugador agredido para no perder los puntos y ser sancionado. El futbolista que había protagonizado el incidente racista siguió tan campante disputando el partido.
Que un equipo abandone el terreno de juego por insultos racistas marca un punto de inflexión en el fútbol español, ya que la única respuesta que se puede dar es tolerancia cero. Que tenga que regresar al campo, con el jugador insultado llorando en el túnel de vestuarios, es un auténtico sinsentido que debería obligar a los máximos responsables deportivos a encontrar una solución, ya que lo contrario es conceder impunidad absoluta al agresor, se disfrace como se disfrace.
La que muchos denominan la mejor liga del mundo —deportivamente este año ha estado claramente por detrás de la Premier inglesa y probablemente también detrás de la italiana— no puede dar por buena la imagen que ha trasladado el fútbol español al mundo entero. El partido jugándose y el futbolista insultado en la grada después de ser sustituido. Poco se habla de que un exmiembro de Fuerza Nueva y votante de Vox como Javier Tebas está al frente de la liga española. Un personaje que incluso ha pedido un Le Pen a la española. Se empieza banalizando estas situaciones, se pasa a situar a Vox como una formación más en la política española y, a partir de aquí, se resta importancia al racismo y se atribuye a un calentón.
Pasar de la crítica a la sanción ejemplar es urgente. Y si afecta a un deporte de masas como el fútbol que es espejo de muchas actitudes en la juventud, es además imprescindible.