Acaba de lanzar un severo toque de atención sobre el escandaloso precio de los test de antígenos el presidente del Col·legi de Metges de Barcelona, Jaume Padrós, haciéndose eco de un malestar general ampliamente expresado en las redes sociales. Pasa lo mismo, en parte, con los PCR, que se pagan a precio de oro para sortear el bloqueo existente en los centros públicos. ¿Cómo puede ser posible que cuando son más necesarios ante el desbocado aumento de la sexta ola se pase sin intervalo de un precio caro pero asequible, a quedar extinguidas todas las existencias, para que el remate final sea un nuevo aumento de precio? ¿Cómo es que el Gobierno no actúa para limitar el precio máximo de venta al público? 

Ha hecho, incluso, una cosa peor: recomienda la realización de test de antígenos en las reuniones familiares de estas fiestas y ha dado pie a que, por en medio, alguien se haya hecho de oro con unos precios que están muy alejados de los que se pagan en países de nuestro entorno. Decía Jaume Padrós este domingo que en una farmacia había visto uno de los precios más baratos y que se podía comprar por 5,95 euros. En las de España se ha llegado a divulgar que se habían pagado en las farmacias estos días de tanto consumo hasta 10 y 12 euros por cada uno. Mientras en Francia son gratis para los vacunados, en Portugal rondan los 2 euros, y también son gratis en el Reino Unido, donde cada ciudadano tiene derecho a solicitar dos pruebas a la semana. Y así, podríamos seguir.

La pregunta es bien sencilla: ¿por qué en España no? ¿En las reuniones de la ministra con los diferentes consejeros autonómicos no se habla de eso? Lo que no puede seguir pasando es que las familias tengan que acostumbrarse a un gasto fijo al mes, como el de la luz -por cierto también al alza- el gas, o la alimentación mientras el Gobierno español sigue de brazos cruzados. En el caso catalán, es exigible igualmente que el conseller de Salut, Josep Maria Argimon, acabe llevando una propuesta a la mesa de negociaciones, de rebaja de los test de antígenos. También de las PCR.

Los gobernantes, en sus burbujas de cristal, suelen llegar tarde a este tipo de reivindicaciones, ya que ni hay manifestaciones en las calles, ni ningún partido político suele encabezar estas reivindicaciones porque en uno u otro sitio acaba gobernando y haciendo bastante poco para encontrar una solución. Cabe esperar que igual que se hace caso a los responsables médicos en múltiples ejemplos, como el cierre de actividades empresariales o el toque de queda, también se les escuche cuando hacen una reclamación que, en definitiva, es tan necesaria como urgente para el conjunto de la ciudadanía.