Como que no se han hecho públicos los motivos por los que el juez del Tribunal Supremo autorizó a petición del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) la intromisión en el móvil del entonces vicepresident del Govern y hoy en día president de la Generalitat, Pere Aragonès, y lo único que se ha conocido es que los servicios de inteligencia españoles le situaban al frente de los CDR en 2019, es oportuno hacer dos consideraciones. En primer lugar, el CNI necesita urgentemente la incorporación a sus filas de espías que realmente sepan de lo que hablan, por el buen gobierno de la seguridad española.
En segundo lugar, es obvio que en algún momento el ejecutivo español tuvo que tener algo más que conocimiento de todo ello, porque lo contrario no es creíble. Debió tenerlo la ministra de Defensa, Margarita Robles, y, a partir de aquí, toda la escala de mando hacia arriba que, por su posición, acaba orgánicamente en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya que los vicepresidentes del ejecutivo español tienen este rango, aunque en muy pocas ocasiones ejercen autoridad alguna sobre los ministros. También, por los despachos regulares entre la titular de Defensa y el Rey, este tuvo que tener conocimiento, ya que el motivo de dichas reuniones es, entre otras cosas, informarle de esta circunstancia.
Un ejemplo de ello es el que fue vicepresidente segundo hasta su dimisión, el líder de Podemos, Pablo Iglesias; este viernes ha asegurado en el Parlament que desconocía que hubiera habido espionaje. También que pese a que las deliberaciones del Consejo de Ministros son secretas y si se hubiera hecho una solicitud al CNI para que interviniera móviles de dirigentes independentistas, no lo podría confirmar, esta nunca llegó a producirse. Estamos, por tanto, en el marco de una iniciativa conocida por un reducido círculo para que se supiera lo menos posible y circunscrita al entorno de la Moncloa y de Defensa.
Estamos, seguramente, ante una investigación que tiene mucho de prospectiva y de conocer los movimientos de tus adversarios, la información de la que disponen y poderla utilizar para la guerra sucia
Como que es obvio que no podía haber base alguna para intervenir el teléfono de Pere Aragonès como líder de los CDR, aunque esta fuera la excusa, habrá que pensar que las razones eran otras. Tanto de los teléfonos que sabemos que fueron intervenidos a través de una orden judicial como de los que también fueron espiados con el programa Pegasus de manera ilegal, y nadie, hasta la fecha, quiere hacerse responsable. Estamos, seguramente, como hemos visto desde 2012, ante una investigación que, sobre todo, tiene mucho de prospectiva y de conocer los movimientos de tus adversarios, la información de la que disponen y poderla utilizar para la guerra sucia.
Legados a ese punto, sigue siendo necesario que el PSOE dé las explicaciones oportunas de lo que está encubriendo o de lo que por omisión se hizo sin que tuviera un conocimiento preciso. Esconder la cabeza debajo del ala sirve de bastante poco, por más que se predique que se está haciendo todo lo posible y facilitando toda la información. Cuando no es verdad.