El 12-M ya tiene su primera víctima tras los resultados que se han producido. El anuncio de Pere Aragonès de que no recogerá ni tan siquiera el acta de diputado y que abandona la primera línea política, no por lógico y esperado, tras su desastroso resultado, pasa a ser irrelevante. Es, de alguna manera, una notificación triple y que ofrece algunas pistas: en primer lugar, que Esquerra Republicana va a tratar de contener la hemorragia con quien es el responsable primero del fiasco electoral y, en todo caso, encapsular el perímetro tóxico al área de Presidència; en segundo lugar, muy vinculado con la renuncia de Aragonès, que en una hipotética repetición electoral él no sería el candidato de Esquerra; y, finalmente, que Oriol Junqueras ya ha tomado el control del partido y va a tratar de imponer una hoja de ruta en la que un gobierno tripartito de izquierdas con PSC y los comunes, al menos hoy, no aparece por ningún sitio.
La renuncia de Aragonès no se ha hecho esperar, porque, en el fondo, era muy previsible desde hace días, a la vista de los pronósticos que dibujaban todas las encuestas para Esquerra, menos, casualmente, las dos oficiales del CIS y del CEO, que son, por el abultado presupuesto del que disponen, las que deberían proporcionar los datos más precisos. Queda como presidente en funciones a la espera de que un candidato sea investido, que veremos cuándo será y quién será. Es evidente que nunca hay una única causa ni a la hora de analizar los triunfos electorales ni las derrotas, pero, en este caso, tres errores le han penalizado: el último en el tiempo no es otro que la convocatoria del adelanto electoral cogiendo a contrapié a sus adversarios, pero sin tener tampoco nada previsto. Era un auténtico disparo al pie, porque era un error no forzado, y ha acabado siendo un disparo en un órgano mucho más sensible que una extremidad.
También está un modelo de campaña difuso, en el que tan pronto se hablaba de gestión —difícil cuando dos consellers como el de Indústria, Roger Torrent, y la de Economia, Natàlia Mas, se habían quedado fuera de la lista y, en cambio, iba en un sitio de salida Tània Verge— como de propuestas, con las que pretendía marcar perfil propio en el espacio independentista, con el que competir con Junts y no tenían recorrido. Eso por no decir que la obra de gobierno, para ser valorada, tiene que estar en un escaparate en el que luzcan las cosas y no era el caso. Finalmente, está el vidrioso tema del liderazgo en el que no ha conseguido nunca el aprobado. Aunque la respuesta fácil puede ser por la sombra alargada de Junqueras, la realidad está muy lejos de esta afirmación. Si a eso añadimos que la expulsión o salida —la palabra no hace al caso— de Junts del Govern le ha pesado como una losa al gobierno monocolor, habremos llegado al cóctel perfecto.
Se empieza a percibir una enorme dificultad para completar una mayoría de gobierno y también una investidura; hay un cierto aroma pesimista y de no descartar la repetición electoral
Veinticuatro horas después del cierre de los colegios electorales, se empieza a percibir una enorme dificultad para completar una mayoría de gobierno y también una investidura. Hay un cierto aroma pesimista y de no descartar la repetición electoral. Seguramente, porque es la opción más fácil y que no obliga a nadie a moverse del todo. A medida que pasen las horas, se verá que este es el mejor escenario para el PSC. De hecho, el que le permitiría a Pedro Sánchez lanzarse a unas nuevas elecciones en España, coincidiendo con las catalanas, si las europeas le salen razonablemente bien, propiciar una estocada definitiva en Catalunya y Madrid a Junts y Esquerra, y rematar la faena que ha empezado este 12 de mayo. De ahí que el PP analice con lupa sus resultados en Catalunya, ha pasado de 3 a 15 diputados y en alguna combinación aritmética puede tener algún juego, y las repercusiones en el tablero del Congreso de los Diputados.
Unas últimas reflexiones: la pérdida de los diputados de la CUP y de los Comuns en Tarragona, que han ido al PP, y el de la CUP en Lleida, que ha ido a Aliança Catalana, certifica en el primer caso que la oposición al Hard Rock era más política y mediática que ciudadana y lo mismo con la oposición a los Juegos Olímpicos de Invierno en el Pirineo. Claro que no es una verdad absoluta, pero lo cierto e irrebatible es que los del no se han quedado fuera. Y una final: ¿Junts y Esquerra van a apretar a Pedro Sánchez y a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, para que incorpore en el orden del día la ley de amnistía para su votación o van a dejar que se haga al ralentí? Porque desde este martes ya se puede llevar al pleno.