Las imágenes de la ministra de Defensa, Margarita Robles, abroncando a unos vecinos de Paiporta que le reclamaban mayor participación del ejército en las tareas de limpieza, parecen sacadas directamente de un manual para propiciar la antipolítica. Su falta de empatía y su soberbia es sorprendente dada su experiencia como política. Ha ocupado varios cargos: ministra desde 2018, diputada desde 2016 y secretaria de estado de Interior entre los años 1994 y 1996, amén de otros cargos no tan significativos relacionados con su profesión de jueza y su brillante carrera, que la convirtió en la primera mujer en presidir una Audiencia, la de Barcelona, y la tercera en llegar al Tribunal Supremo, a su sala tercera.

En algún momento de estos años hemos normalizado la arrogancia de los servidores públicos y aceptado una cierta tiranía. Esta actitud, que ya se produjo casualmente también en las primeras horas de la DANA con la consellera de Turisme i Indústria, Nuria Montes, por su tono impropio hacia los familiares de los fallecidos, se saldó con una disculpa pública. Pero su perdón fue insuficiente para sus bochornosas declaraciones, dirigiéndose de esta guisa a los familiares que tan solo buscaban alguna explicación: "Aquí no se van a entregar cuerpos a las familias, no se va a permitir el acceso de familiares a la zona donde tenemos custodiados a todos los fallecidos".

No estaría de más que Margarita Robles encontrara la manera de disculparse por su falta de empatía y su soberbia

En el caso de Robles, unos vecinos de Paiporta desahuciados ante su desgracia y las enormes pérdidas sufridas, le pedían ayuda del ejército porque sus sótanos y garajes siguen muy afectados por el lodo y los escombros que arrastró la riada. Después de más de tres semanas de convivir con esta situación y a falta de la ayuda oficial necesaria, hay que entender el malestar ciudadano y que se mire indistintamente a cualquier responsable oficial de la situación. La primera respuesta de la ministra señalando que eso correspondía a los alcaldes de cada municipio, en este caso Paiporta, no contribuyó a rebajar la tensión. Tampoco que, con tono contundente, señalara que primero van los garajes públicos y después irán los privados.

La conversación fue subiendo de tono y los asistentes le preguntaron que, entonces, qué hacía ella allí. Fue en ese instante que la ministra, enojada, señaló: "Vengo porque hay 8.000 militares trabajando". Con los ánimos tan encendidos y en medio de la desgracia que han vivido los valencianos con 221 muertos ya contabilizados, más de 65.000 viviendas afectadas, más de 120.000 vehículos, más de 12.000 comercios y 900 oficinas, según datos de la Moncloa, no estaría de más que Margarita Robles encontrara la manera de disculparse por su tono inadecuado. Es necesario, además, que todos seamos más exigentes con nuestros representantes para que estos no olviden que están allí por nosotros, algo que demasiadas veces suelen ignorar.