No es Pablo Iglesias el primero en acabar mal con el sucesor previamente designado y abrir un cisma interno en la organización política correspondiente. La gestión de los egos, las agendas diferentes, los equipos de colaboradores, el endiosamiento o, simplemente, las ganas de romper con el pasado vienen a provocar una situación muy difícil de gestionar y que de facto suele acabar en una educada ruptura. También, colateralmente, en una guerra pública, más o menos verbalizada pero fácilmente reconocible, que no permite volver al pasado pero en la que el político del dedazo busca marcar las máximas distancias.
Le sucedió de una manera ostensible a Felipe González con Zapatero y más tarde con Pedro Sánchez o a José María Aznar con Mariano Rajoy, como casos más señalados. En Catalunya, donde las cosas suelen ser menos estridentes, las diferencias entre Artur Mas y Carles Puigdemont también son de sobras conocidas. González acuñó para definir las relaciones de los presidentes salientes con sus sucesores la siguiente frase: "Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. No se retiran del mobiliario porque se supone que son valuosos, pero están todo el rato estorbando". Era fácil hablar en tercera persona pero estaba hablando de su situación.
Este viernes, Iglesias ha enfilado a Yolanda Díaz sin miramiento alguno, acusándola de ponerse de perfil ante los problemas de la ministra de Igualdad, Irene Montero, por las rebajas de condena a los agresores sexuales al aplicarse la denominada ley del solo sí es sí. "Ponerse de perfil cuando machacan a una compañera no solo es miserable y cobarde, sino políticamente estúpido". Previamente, Díaz había dejado a Montero a fuego alto en el gratinador de la crítica por una ley especialmente mal hecha al señalar que había que dejar trabajar al Tribunal Supremo y esperar unos días para tener una respuesta a cómo se interpreta la ley. Ciertamente, una respuesta insuficiente y demasiado distante ante un problema que está afectando seriamente a la carrera de la ministra de Igualdad.
Este sábado, comunistas valencianos han interrumpido a la vicepresidenta Yolanda Díaz mientras participaba en un acto de su nueva plataforma Sumar y aseguraba que se había dejado la piel para aprobar la reforma laboral. Hace unos días, Juan Carlos Monedero señalaba sin ambages que designar a Yolanda Díaz sucesora de Pablo Iglesias fue un error. Las recientes elecciones andaluzas ya evidenciaron que si el espacio a la izquierda del PSOE comparecía separado a las urnas el resultado era mucho peor por la ley D'Hondt. Y ello acaba favoreciendo al PP y a Vox.
Bien que lo sabe Pedro Sánchez, que le ha dado hasta la fecha toda la cancha del mundo. Pero el presidente es un killer y se hace impredecible saber sus verdaderas intenciones con Podemos y Sumar, justo en un momento en que aparentemente está virando a la izquierda al dar por perdido una parte del centro. Pero con Sánchez todo es temporal.