Las dos semanas de la campaña electoral tienen como tres momentos. En primer lugar, el arranque del jueves por la noche con el tradicional acto de pegada de carteles y que suele durar alrededor de una semana. El segundo tramo es el que suele ir desde el día siete al once o doce, días importantes en que se conocen las últimas encuestas que se pueden publicar, hay el último debate de candidatos en TV3 y se dibuja con claridad el ganador o ganadores y los perdedores. Y, finalmente, el tercer bloque, de unas 72 horas, en que los que van en cabeza se dedican a pedir el voto útil o voto prestado y los que van en el furgón de cola hacen todo tipo de movimientos para no quedar arrasados y sobrevivir en unas condiciones nada fáciles. Hemos entrado, por tanto, en la recta final de unas elecciones especialmente interesantes en que en muchas ciudades, empezando por Barcelona, la victoria del domingo tiene más de una opción, algo hace años impensable, pero con el actual mapa político catalán mucho más fraccionado, es una evidencia.

En muchos momentos del debate de TV3 —que tuvo un 12% de share y 210.000 espectadores, un punto menos que el Valladolid-Barça— tanto Xavier Trias como Jaume Collboni y Ada Colau ya jugaron esta carta. Trias y Colau con más éxito y mayor facilidad, ya que el primero encarna el cambio real en la ciudad y la segunda la continuidad del proyecto de estos últimos ocho años. Collboni, en cambio, estaba en el equipo de gobierno y no estaba, en función de los temas, y esa situación, que ambos le echaron en cara, desdibujó su protagonismo. Los lectores de ElNacional.cat se han pronunciado de manera amplia por que Trias ganó el debate, una opinión que comparto, ya que su discurso fue el más transversal y menos ideológico a la hora de captar el descontento que las encuestas dicen que hay entre los barceloneses. Paradójico fue, por ejemplo, que en los dos temas de mayor preocupación de los barceloneses —inseguridad y limpieza de la ciudad— ni Colau ni Collboni rebatieran el sentimiento general. Trias tuvo así una autopista para la crítica que aprovechó mientras la alcaldesa le hacía reiteradamente el abrazo del oso a su socio de gobierno que buscaba salir de sus garras.

Vamos a ver a partir de ahora cómo funciona el voto útil. El único indicador que tenemos es lo publicado en una de estas encuestas que se publican en un medio extranjero, en esta ocasión de Australia, para saltarse la estupidez de la ley electoral española que prohíbe la publicación de sondeos cinco días antes de los comicios. Pues bien, este tracking parece un calco del que publicó ElNacional.cat el domingo con una mínima ventaja de Trias frente a Collboni y Colau igualados en lo que, en la práctica, es un triple empate. Los indecisos siguen siendo muy altos, lo que indica que aún hay muchos votos por decidirse y que estas últimas 48 horas no serán, en ningún caso, unas horas basura.

El cuerpo a cuerpo por el voto útil va a ser más disputado que nunca en Barcelona, donde nunca tres candidatos se habían disputado la victoria. La clave está en los espacios frontera, aquellos que sin ser tuyos te pueden hacer, en esta ocasión, un voto prestado por ser el candidato que deseen que se alce con la victoria. Quien apele mejor a este amplio segmento y genere mayor confianza —aquí sí que es importante el liderazgo y por eso Trias aprovechó para tildar de escolanet a Collboni, igual que el socialista trata de hacerle dependiente de Puigdemont— se acabará llevando el gato al agua. Collboni juega esta partida final desde otra óptica, con el habitual desembarco de dirigentes del PSOE en la recta final. En esta ocasión tendrá además de Pedro Sánchez a su antecesor socialista en la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero. El PSOE apuesta fuerte por una capital de las tres miradas electorales que aspira a ganar el 28-M: Barcelona, Sevilla y el País Valencià. Ahí se juega el contrapunto a la pronosticada derrota en Madrid y a la espera de conocer Aragón y Castilla-La Mancha.