A este espectáculo deplorable del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, que en algo más de 72 horas se ha convertido en un auténtico tsunami, mientras el susodicho se aferra al cargo desprovisto a estas alturas de salvavida alguno, solo faltaba el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, practicando lo que mejor sabe hacer: meter la pata y agrandar la imagen de que en España aún hay amplios sectores en los que el machismo estructural se lleva directamente en vena.
"Ahora son nuestras mujeres, que están aprendiendo a jugar al fútbol tan bien como los hombres", ha comentado sin rubor alguno el autor de frases tan célebres como aquella pronunciada en pleno debate sobre la independencia, en diciembre de 2017: "Hay que desinfectar Catalunya". Y comparaba el proceso de independencia que se había puesto en marcha en Catalunya con un enfermo lleno de heridas: "Antes de recoser las heridas y cerrarlas, hay que desinfectarlas". Borrell sería promocionado a ministro de Exteriores por Pedro Sánchez cuando este llego al Gobierno fruto de la moción de censura a Mariano Rajoy, en la que participaron los independentistas catalanes. Sorpresas de la política: Borrell encumbrado por vía indirecta, gracias a los votos de aquellos a los que nunca ha dejado de insultar y de los que nunca ha dejado de mofarse.
La edición europea del semanario Político, el más influyente en Bruselas y de lectura obligada en las cancillerías y entre el alto funcionariado de las instituciones, explicaba la controversia que se había generado con sus declaraciones y se preguntaba si más que el máximo diplomático de la UE lo que era, con su actitud y comportamiento, era el máximo no diplomático. Un juego de palabras para explicar que el rango político que ostenta le queda muy grande y que a sus 76 años no deja pasar una oportunidad para hacer el ridículo.
Más allá de que la diplomacia de Borrell cada vez que habla tiene mucho de comentarios de barra de bar, alguien debería pensar que a este político tronado y casposo le ha llegado el momento de irse definitivamente a su casa. No por edad, que la política empieza a ser la única profesión en la que la edad de jubilación se va alargando cada vez más, sino por dotar a Europa de una voz que se haga escuchar por sus ideas y su estrategia en los grandes problemas que tiene el planeta. "Mataron a cuatro indios", dijo en 2018 sobre el exterminio de los indígenas en EE.UU., y ahí sigue.