Cualquier persona que se haya presentado a unas oposiciones o haya tenido cerca, en su entorno familiar o en su círculo de amistades, a alguien que se haya encontrado en una circunstancia parecida, sabrá perfectamente lo que son semanas y meses de estrés, días en los que faltan horas para aprender el cuestionario del examen, nervios antes, durante y después de haberse celebrado las pruebas hasta saber, finalmente, si las han superado y se ha logrado el objetivo.
Así se encontraban este sábado un total de 13.581 trabajadores de la Generalitat que se presentaban a lo que se denomina un concurso oposición de estabilización de plaza. Nunca había habido un concurso de oposición a la Generalitat tan numeroso para conseguir una plaza de funcionario. Pero tampoco nunca se había producido una situación tan bochornosa en una convocatoria pública en la que todo ha salido mal y que, seguramente, obligará a repetir las pruebas.
A medida que han ido pasando las horas, hemos ido conociendo detalles de la caótica situación producida, que afecta tanto al funcionamiento del examen como al desgobierno de las pruebas que, en esta ocasión, se habían externalizado, una práctica al parecer poco habitual en Catalunya. Opositores enlatados sin espacio para realizar las pruebas, falta de vigilancia rigurosa para hacer un seguimiento de los que se presentaban, (hay denuncias de que se entraba y se salía sin un exhaustivo control del DNI), no preservación del anonimato en muchos casos (se había sustituido el código de barras que impide conocer de quien es el examen y se ponía directamente el nombre).
No se puede alegar ni ignorancia ni sorpresa por el número de personas que concurrían a las pruebas, ya que todas ellas habían realizado, previamente, los trámites correspondientes, como apuntarse a las mismas, pagar unas tasas, aparecer en unas listas, etc, etc. Se sabía, por tanto, cuántas salas se necesitaban, el número de examinadores y todo lo que comporta un proceso de esta naturaleza. Repito: 13.581 trabajadores y trabajadoras han visto cómo sus esfuerzos, sus nervios y sus ilusiones quedaban empantanados en medio de un cúmulo de fallos que no tienen justificación alguna.
La Generalitat piensa repetir las pruebas en que los errores sean más graves, antes del verano. Tampoco se sabe a estas alturas qué es lo que se considerará muy grave, grave, alarmante o preocupante, ya que visto desde fuera todo el proceso presenta deficiencias. Al tratarse de unas oposiciones y del acceso a una plaza de funcionario público, habrá que exigir primero explicaciones en el Parlament y luego actuar en consecuencia con la información de la que se disponga. Sin precipitación, pero también sin amilanamiento.