La impresionante manifestación que han vivido este domingo las calles del centro de Palma en defensa del catalán, con motivo de la Diada de la Llengua, hace evidente que política y lengua no son cosas separadas, sino que van irremediablemente unidas. La llegada de Marga Prohens, en representación del Partido Popular, al frente del gobierno balear se realizó previo acuerdo con Vox y desde entonces todo han sido medidas de retroceso de la lengua, con una voluntad inequívoca de arrinconarla, eliminando cualquier requisito para el acceso a la función pública y dejarla como una cosa folklórica.
La manifestación tenía, por tanto, una razón objetiva y la Obra Cultural Balear ha identificado perfectamente el problema. La importante movilización, una de las más destacadas de los últimos años en Palma, tiene otro objetivo: parar los planes de Prohens después de que haya suprimido la exigencia de conocer el catalán en la sanidad pública y de que haya anunciado que su gobierno pensaba poner en marcha un plan piloto, el curso que viene, para que los colegios tengan la posibilidad de impartir asignaturas en castellano. La respuesta positiva de la ciudadanía es algo más que un toque de atención al gobierno balear: es un toque de resistencia ante la avalancha de un gobierno insensible a las señas de identidad del país.
Política y lengua no son cosas separadas, por eso es importante que el 12 de mayo sea también un plebiscito sobre el catalán
Que esta movilización haya coincidido con la campaña de las elecciones catalanas debería servir para introducir con más fuerza el debate sobre la lengua y las medidas para su protección. Los contrarios al catalán saben bien lo que hacen: obstaculizar tanto como pueden su papel de primera lengua del país en su condición de lengua propia. Se han depositado muchos esfuerzos, se han presentado muchos recursos en los tribunales, ha habido una campaña mediática imparable e incluso se creó un partido, Ciudadanos, con el objetivo de minorizar el catalán. Todo ello aderezado de una prensa muchas veces casi golpista en la capital española. Ha habido también respuestas importantes para el catalán, como la aprobación hace unos diez días de la histórica ley del catalán en Andorra, que obligará a tener un mínimo nivel del idioma y que a partir de 2029 será imprescindible acreditarlo para renovar el permiso.
Por eso es importante que el 12 de mayo sea también un plebiscito sobre el catalán. Que haya un voto masivo a los partidos que defienden el papel de la lengua catalana, con una normalidad que ahora no tiene, ya que se le cuestiona permanentemente su papel como nervio de la nación. Solo así, el catalán podrá intentar recuperar el camino perdido durante estos últimos años y que ha sufrido un serio retroceso, mucho más evidente en la juventud y en su uso social. Ese es un camino que lleva inexorablemente a que acabe teniendo un papel secundario respecto al castellano. De todo eso también va el voto el próximo domingo.