¿Hay una operación en marcha para intentar desbancar a Xavier Trias de la alcaldía de Barcelona? La confirmación pública del candidato socialista, Jaume Collboni, de que no renunciaba a nada y que había abierto conversaciones con el Partido Popular para ser alcalde, así lo hacen pensar. Sería una mayoría de investidura ciertamente curiosa: PSC, comuns... y Partido Popular. Las malas praxis introducidas por Ada Colau en 2019 desbancando hace cuatro años al ganador de los comicios, Ernest Maragall, con una operación política que incluía los votos de Manuel Valls, parece haber hecho escuela. Al menos, en estos primeros días transcurridos desde el 28 de mayo en que la victoria de Xavier Trias ha puesto patas arriba las intenciones de Jaume Collboni, que, convencido de que iba a ganar las elecciones, planteó una campaña afirmando que si quedaba segundo, se marcharía a la oposición. Y ahora estas declaraciones, ya rectificadas la misma noche electoral, han pasado a ser papel mojado.

El PP está, primero, sorprendido por este movimiento y, segundo, pasmado con este súbito flirteo que no se esperaba. El primer desconcertado era este miércoles el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que ha pasado por las Jornadas del Cercle d'Economia que se celebran en Barcelona. Más allá de comprobar cómo cambian las cosas con unos buenos resultados —solo hacía un mes del frío recibimiento que recibió cuando acudió al Real Club de Tenis Barcelona para un partido de Carlos Alcaraz—, a Feijóo aún le resonaban las palabras del presidente del gobierno en la reunión que acababa de celebrar Pedro Sánchez con el grupo parlamentario socialista y en las que había acusado a PP y Vox de tejer un discurso que provoque un asalto al Congreso de los Diputados similar al que los seguidores de Donald Trump hicieron en el Capitolio norteamericano. "No es broma. Esto es muy serio. Hablarán de pucherazo. Lo harán unos. Y otros de que hay que detenerme como responsable de este pucherazo. Ya lo han hecho y lo van a volver a hacer. Tampoco es nuevo. Mantengámonos tranquilos y determinados". 

Si esa es la campaña de Sánchez para revalidar su presidencia en las elecciones que acaba de convocar para el 23 de julio, parece casar mal con la estrategia de Collboni de buscar los votos de la derecha para llegar a la alcaldía. ¿O PP y Vox solo son la derecha extrema cuando se sale de la ciudad de Barcelona? Visto con la máxima frialdad posible, más allá de lo que quieran hacer PP y Vox con sus concejales, la estrategia de Collboni no deja de ser artillería para Feijóo que fácilmente puede desde ahora mismo desmontar el discurso de Pedro Sánchez con muy pocas palabras y señalando que su formación no debe ser el lobo que se enseña y se divulga desde la Moncloa o desde el Parlamento, cuando los socialistas están hablando abiertamente con ellos nada menos que para la alcaldía de la ciudad de Barcelona.

Porque cualquier versión —por muy adulterada que esté— de votos gratis, difícilmente va a colar. Nadie da nada gratis y menos en política. Ya se vio con Manuel Valls y el servicio que prestó a los que le trajeron para que se presentara a las municipales. Después, ellos mismos se pasaron cuatro años llorando por las esquinas y criticando el deterioro de la ciudad. Parece que aprender la lección es lo más difícil y está en la condición humana. Otra cosa es quererse convencer de lo contrario, o como hacen los comuns, tratar de agarrarse a los votos de quien haga falta para retener su red tejida durante los últimos ocho años en el Ayuntamiento, y que a la desesperada no quieren perder. Aunque sea asustando a la derecha de la ciudad con cantos de sirena del peligro de la unidad independentista.

Un castillo de naipes absolutamente inventado, porque no hay unidad ninguna —aquí Junts y Esquerra tan solo están tratando de endosarse el desacuerdo—, ni candidatura unitaria a Madrid posible, las relaciones políticas y personales entre los dirigentes de los dos partidos están rotas, y Xavier Trias, como se ha encargado de repetir, iba en una candidatura que se llamaba Trias por Barcelona y la conformaban Junts, PDeCAT, Demòcrates y Moviment d'Esquerres. Este cordón y sus años de experiencia le alejan de cualquier dependencia política, y como muestra solo hace falta recordar que cuando en 2015 hubiera podido armar una candidatura alternativa para desbancar a Colau, se fue a casa porque había perdido por un concejal y unos pocos miles de votos. Colau, con dos menos, está maniobrando contra Trias. Son dos maneras de estar en política y de entender los límites de la integridad y la ética en la vida pública.