En un país acostumbrado a gobiernos estables como es Alemania, la figura del canciller Olaf Scholz es toda una anomalía. El dirigente socialdemócrata lo es solo desde diciembre de 2021, al frente de un inusual gobierno conocido como la coalición semáforo (SPV, liberales y verdes), y esta semana ha forzado la dimisión de su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, quedando así en minoría, y viéndose obligado a pedir un voto de confianza al Parlamento. Con las encuestas claramente en su contra, puede verse abocado a elecciones en los primeros meses de 2025. Atrás quedan muchos de sus antecesores, con varias legislaturas ganadas a sus espaldas: Angela Merkel, cancillera entre 2005 y 2021; Gerhard Schröder (1998-2005) o Helmut Kohl, que lo fue entre 1982 y 1998.

Scholz, a sus 66 años, parece haber perdido su última posibilidad de completar la legislatura que acababa en septiembre de 2025. Mientras tanto, Alemania, la siempre poderosa Alemania, la conocida como locomotora de Europa, lucha por escapar de la recesión económica a finales de año, con unos informes que adelantan una contracción económica del 0,2%, la segunda en línea desde el cierre negativo de 2023 que fue del -0,3%. Esta situación económica, excepcionalmente nueva en Alemania, es, sin duda, la madre de todas las batallas en el país germánico, ya que hacía más de dos décadas que no atravesaba una situación similar. Se produciría, además, en un momento de especial trascendencia y con un entorno internacional variable tras la victoria electoral de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos y su llegada a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.

A los problemas económicos de Alemania, en el horizonte más inmediato se suma la preocupación latente por el crecimiento de la extrema derecha

Al menos en tres cosas se va a notar, para bastante peor en la UE, la victoria de Trump que, además, ha sido aplastante y se ha quedado sin contrapesos institucionales al tener el control del Senado y muy probablemente el de la Cámara de Representantes, donde aún se están contando los votos en algunos Estados. En materia de seguridad, o sea, en las aportaciones a la OTAN; en la ayuda a Ucrania y en los aranceles comerciales. Todo eso va a suponer, si Europa quiere mantener el esquema actual, una aportación complementaria de su PIB que hasta la fecha no tenía que realizar, ya que EE. UU. se hacía cargo de ello. En el tema de los aranceles, el hecho de que los estadounidenses sean los principales socios comerciales de la UE hace que la amenaza de Trump de aplicar una política proteccionista con la imposición de aranceles del 10% a todas las importaciones pueda ser un golpe importante para la débil Alemania actual.

Con este horizonte futuro, el líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, tiene muchas posibilidades de alcanzar la cancillería, mientras que Scholz no tiene ni asegurado ser el candidato del SPD. A los problemas económicos de Alemania, en el horizonte más inmediato se suma la preocupación latente por el crecimiento de la extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), que las encuestas sitúan en segundo lugar con un importante 18% de los votos, aunque muy lejos de la coalición CDU/CSU, a la que se le otorgaba en un sondeo publicado a finales de esta pasada semana el 32%. El SPD se quedaba en un pobre 15%, lejos del 26% logrado en 2021. ¿Será Trump un nuevo impulso para AfD? Eso aún está por verse, pero los presagios en Alemania no son diferentes a otros lugares donde los espacios centrales retroceden en beneficio de los extremos.