Fin de semana de pocos teléfonos móviles a la hora de definir la composición de la Mesa del Congreso, que, como era previsible, se va a convertir en la primera gran batalla de la legislatura. El PSOE aspira a poner a uno de los suyos, igual que el Partido Popular, mientras que el partido bisagra, Junts per Catalunya, apuesta desde el principio por una tercera vía, que solo podría ser el PNV y, en una posición muy retrasada, alguien de Sumar. ¿Y si el PNV no quiere o los socialistas no juegan esa carta? No parece que, entonces, lleve ventaja en una votación en el Congreso un diputado del PSOE frente a otro del PP, por más que pueda parecer a algunos lo contrario.
Pero esto es el domingo por la noche y hasta el jueves 17 faltan tres largos días y buena parte de la mañana del jueves. Demasiadas horas para aventurar nada definitivo, aunque el eco de lo que parece escucharse más allá de los Pirineos no es nada tranquilizador para los socialistas en lo que respecta a la Mesa del Congreso, en parte por la actitud mantenida hasta la fecha. "Ni medio gramo de agua por adelantado", es alguna de las expresiones que ha utilizado un buen conocedor de los contactos que ha habido.
Es posible que este lunes, cuando Pedro Sánchez haga recuento y compruebe que los votos que tiene no suman, ponga una marcha más en el minúsculo contacto mantenido hasta la fecha por su ministro Félix Bolaños con la diputada Míriam Nogueras. El PSOE parece no ser consciente de su situación aritmética y está jugándoselo todo a la ruleta de que nadie se atreverá a dar ni un voto al PP de Feijóo porque está contaminado por la necesidad de contar con Vox. Eso es desconocer absolutamente lo que se llevan Junts y Puigdemont entre manos, y que solo pasa por un acuerdo con contrapartidas sin mirar quién hace la entrega si lo que ofrece es consistente.
Los nervios de Sumar están, en parte, ahí, pues ellos sí que se han preocupado de acercarse y diseccionar el manual Puigdemont. Las declaraciones de Colau este domingo señalando que la falta de acuerdo alrededor de Sánchez sería una irresponsabilidad y abriría una ventana de oportunidad a Vox, van en esta dirección. Todo ello mientras la exalcaldesa se va dejando querer ante la posibilidad de que en un acuerdo de gobierno futuro que permitiera la repetición de un ejecutivo entre el PSOE y Podemos, ella pudiera sentarse en el Consejo de Ministros y ocupar la cartera de un Ministerio de Vivienda. Un puente de plata después de que los barceloneses le impidieran un tercer mandato con su voto el pasado 28 de mayo.