La confirmación del FBI de que el atacante Shamsud -Din Jabbar, el conductor del vehículo que en Nochevieja provocó una tragedia en Nueva Orleans al lanzarlo contra la multitud, estaba 100% inspirado por el ISIS cierra la carpeta de las dudas y reabre de nuevo la preocupación por la incontrolable grieta en la seguridad que supone la actuación de fanáticos que actúan muchas de las veces en solitario. A Jabbar, antiguo miembro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, se le encontró en el vehículo una bandera del autodenominado Estado Islámico y personas que se habían relacionado con él recientemente hablan de que se había fascinado con su fe y que todas sus conversaciones giraban alrededor de su fe musulmana.
El atentado se produce en un momento político en Estados Unidos excepcional, como es la llegada en algo más de un par de semanas de un nuevo presidente a la Casa Blanca. Donald Trump recogerá el testigo de Joe Biden el día 20 y las medidas de seguridad antiterrorista han pasado ya al primer plano en un país que está muy convencido de que Estado Islámico es una amenaza persistente y no va a desaparecer sin más. El problema es qué más se puede hacer, más allá de que horas después del atentado que causó 14 muertos y una treintena de heridos, se tenga ya una foto perfectamente definida del patrón del atacante y se esté a la espera de saber si actuó por iniciativa propia o recibiendo instrucciones.
Las medidas de seguridad antiterrorista han pasado ya al primer plano en un país que está muy convencido de que Estado Islámico es una amenaza persistente y no va a desaparecer sin más
La caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria —después de más de 50 años controlando su familia el poder político, económico y militar— ha situado otro punto de preocupación, dado el control que ya ejerce en Damasco el organismo islamista de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham). Todo ello en medio de la invasión de Israel en Gaza y Líbano e incursiones en Yemen e Irán. Pues bien, el hecho de que Trump haya elegido como secretario de Defensa al presentador de televisión Pete Hegseth para dirigir a 1,3 millones de soldados en servicio activo es un motivo más de incerteza, ya que su designación se sale de los estándares para un cargo de esta naturaleza.
La mayor preocupación es como va a utilizar Trump estas situaciones. Su primera reacción tras el atentado de Nueva Orleans atribuyéndolo a extranjeros inmigrantes no hace más que reforzar la idea de que el presidente electo va a trabajar a fondo su discurso antiinmigración y situar en el frontispicio de buena parte de sus decisiones su conocido lema de América primero. Sus medidas económicas, de defensa y políticas van inequívocamente en esta dirección y, lamentablemente, situaciones como la de la ciudad de Luisiana o la explosión del Tesla que iba cargado de cilindros de gas, combustible y morteros frente al hotel de la cadena Trump en Las Vegas, alimentan un estado de inseguridad que si alguna cosa hacen es acabar creando un clima de mayor gasto en defensa y protección militar.