En unos pocos días se cumplirán dos meses del desastre en el País Valencià, cuya gestión por parte de las autoridades causa aún, a día de hoy, bochorno y cuyo trágico balance fue de 223 muertos en la provincia de València y otros ocho más entre Castilla-La Mancha y Andalucía. Hemos asistido a funerales, visitas de políticos e instituciones, promesas de ayudas de las diferentes administraciones. Todo ello lo hemos visto profusamente en estas semanas, ya que no ha habido quien no quisiera aparentar más que hacer. También hemos visto a muchos de ellos acercarse compungidos a las zonas de dolor, pero, lamentablemente, los damnificados, aquellos que lo han perdido todo, absolutamente todo, aún siguen esperando. Este jueves, varios alcaldes de los pueblos arrasados por la DANA denunciaron caos y abandono. ¿Y las ayudas? Muchos pueblos siguen con lodo y vemos aún imágenes de coches quemados que cuesta creer que sean actuales y no de aquellos trágicos días.

Lo más tenebroso de todo es cómo se ha vuelto a la normalidad. El president del País Valencià, Carlos Mazón, ahí sigue para vergüenza de su formación política. Ya hace semanas que hubiera tenido que renunciar al cargo, ya que su ausencia en los momentos más decisivos del inicio de la tragedia debería haber servido para ser repudiado. Ya sé que la política es mucho más compleja y que mientras uno puede mantenerse en el cargo, el nivel de resistencia es muy alto. Pero para su formación política es casi un gesto inevitable si quiere actuar con un mínimo de honestidad democrática. El Gobierno español tiene también su responsabilidad, pero los populares no serán creíbles en sus esfuerzos por centrifugar responsabilidades si no empiezan actuando por las que ellos tienen.

No todo puede ser una mirada estrictamente partidista de coste-beneficio. A veces, hay que dar un paso para que la ciudadanía crea en la política

Lejos de eso, Mazón se comporta como si tal cosa y, por ejemplo, este sábado ha entregado las primeras 21 viviendas del barrio de La Torre, en València, a familias que perdieron su casa, y con ello ya son 114 familias a las que se les ha ofrecido una vivienda del parque público de la Generalitat. Hace dos días anunciaba ayudas de 2.500 euros a los que habían perdido su coche por las riadas. Incluso en las Cortes valencianas, el PP ha cambiado de estrategia y ha pasado a la ofensiva, y en vez de expresar arrepentimiento ha convertido este tema en uno más de los de debate político. Incluidas broncas regulares entre los partidos como si hiciera años de la tragedia.

Si el PP arropa a Mazón es porque no puede sustituirlo, ya que necesitaría los votos de los diputados de Vox y esta formación ultra preferiría ir a elecciones. El papel de la izquierda también deja mucho que desear. En las primeras semanas, se habló de presentar una moción de censura al president de la Generalitat valenciana e incluso Compromís y el PSPV se pronunciaron en esta dirección. Es cierto que aritméticamente la perderían, pero más importante sería el punto de inflexión, de denuncia de lo que ha sucedido. No todo puede ser una mirada estrictamente partidista de coste-beneficio. A veces, hay que dar un paso para que la ciudadanía crea en la política y en sus representantes públicos.