La aparición de dos nuevas candidaturas a la dirección de Esquerra Republicana, lideradas por personas que tienen poco o nada que ver con la evolución del partido estos últimos tiempos, ha removido el tablero de la formación que actualmente lidera un núcleo duro gobernado por Marta Rovira, Pere Aragonès, Laura Vilalta, Josep Mara Jové y Laura Vilagrà, y que tiene en su haber, para lo bueno y para lo malo, haber facilitado a un precio de saldo la investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat. Las dos nuevas candidaturas, agrupadas alrededor del exconseller Alfred Bosch y del Col·lectiu Primer d'Octubre, vienen a intentar representar sin ambages el 44,8% de la militancia que votó en contra de facilitar la investidura del candidato del PSC.
Es evidente que al candidato favorito del próximo congreso, Oriol Junqueras, le ha surgido trabajo por delante. El camino realizado hasta la fecha, de reuniones con la militancia, le ha permitido aglutinar el enorme disgusto en la organización con el equipo dirigente, responsable, en buena medida, de los resultados municipales y, sobre todo, de la gestión del Govern de la Generalitat y del precipitado e inexplicable adelanto electoral de las catalanas del pasado mes de mayo, cuando faltaba casi un año para el final de la legislatura. También de la oscura gestión de lo que coloquialmente se conoce como la B, la elaboración de actos y dosieres de falsa bandera para atacar a sus rivales o promover campañas de adhesión.
Uno de ellos, el de los carteles de Alzheimer de Pasqual Maragall, pretendía que su hermano Ernest obtuviera un par de titulares en la campaña de las pasadas municipales de 2023, en las que su papel pasaba bastante desapercibido. Este oscuro caso tuvo más protagonistas de los conocidos hasta la fecha y hace meses que persigue a la misma cúpula de Esquerra. Más ahora que los wasaps internos ya han empezado a circular. La ventaja de Junqueras es que nada de esta sucia manera de hacer política lo ha salpicado. El inconveniente es que no se alejó a tiempo del vacío que le hacían desde el Govern y desde la misma estructura del partido.
Parece difícil que las cuatro candidaturas en marcha en estos momentos lleguen hasta el final del trayecto en el Congreso del 30 de noviembre
Los dos nuevos grupos que han anunciado este fin de semana que pretenden hacerse con el control del partido tienen por delante dos grandes obstáculos: primero, abrirse hueco entre una militancia atomizada en un tiempo récord; segundo, ser capaces de posicionarse como candidaturas con opciones de ganar. En este aspecto, la que lleva por nombre 'Foc Nou' y de la que han aparecido nombres como el mismo Bosch, el exdiputado Jordi Orobitg o Gabriel Fernàndez, portavoz de ERC en el ayuntamiento de Sabadell, tiene alguna ventaja, ya que tiene un referente conocido de envergadura. Bosch ha publicado un buen número de novelas, tiene una trayectoria política intensa y la militancia le respeta.
Parece difícil que las cuatro candidaturas en marcha en estos momentos lleguen hasta el final del trayecto en el Congreso del 30 de noviembre. Habrá alianzas, sin duda. A lo mejor bastante más adelante, cuando se visualice si alguno de los dos nuevos grupos que han dado el paso estas últimas horas tiene opciones. O, por el contrario, si el trabajo de estos meses de Junqueras le garantiza la victoria final.