Viendo el seguimiento y el espectáculo en que se convirtió este miércoles el retorno del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, al aeropuerto de Madrid-Barajas, con detenciones en la misma pista del aeropuerto y puesta en libertad minutos más tarde, uno llega fácilmente a la conclusión de que el fútbol y el circo siguen siendo una combinación perfecta para tener entretenidos a los ciudadanos. Con todos los graves problemas que tiene España, durante todo el día Rubiales parecía el monotema y la expectación en el aeropuerto no hubiera sido mucho mayor si por aquella puerta hubiera salido el president de la Generalitat en el exilio Carles Puigdemont o regresara el Real Madrid de Londres habiendo ganado su decimoquinta Copa de Europa de futbol.
La llegada de Rubiales procedente de la República Dominicana se producía a iniciativa propia, habiendo adelantado su retorno ante la citación de la justicia española y, en cambio, se parecía más a la detención en Laos del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán, seguramente el prófugo más famoso de la democracia española, que se había enriquecido con fondos reservados y entre sus múltiples tropelías fue acusado de quedarse dinero de los huérfanos de la Guardia Civil. Veremos en qué acaba el caso de Rubiales en el que está siendo investigado por corrupción en asuntos que, ciertamente, son enormemente turbios. También, las explicaciones dadas por Rubiales, lejos de alejar sombras de sospecha, vienen a reforzarlas, ya que son enormemente incongruentes. Desprovisto del manto protector que parecía tener de los socialistas, Rubiales aparece desnudo y deberá dar explicaciones sobre su patrimonio que vayan más allá de que el dinero amasado es fruto de su trabajo.
Rubiales aparece desnudo y deberá dar explicaciones sobre su patrimonio que vayan más allá de que el dinero amasado es fruto de su trabajo
Lo más preocupante del tema es que todo el escándalo Rubiales se inició por su actitud machista con la futbolista Jennifer Hermoso, con aquel beso ilegal tras la final del campeonato mundial de fútbol frente a Inglaterra disputado en Australia y Nueva Zelanda el pasado mes de agosto. Por aquel beso no deseado, en marzo, los fiscales españoles solicitaron una pena de prisión de dos años y seis meses. A Rubiales le costó dimitir de la presidencia de la Federación Española de Fútbol y solo lo hizo cuando comprobó que el PSOE le había dejado caer, antes de que también saliera salpicado. Aquel caso de coacciones abrió la caja de Pandora y desbloqueó todas las acusaciones de corrupción que hasta aquella fecha no habían conseguido prosperar, ya que su poder parecía omnímodo y a salvo de cualquier acusación. Ahora ya sabe Rubiales que nada va a ser como antaño y que va a ser escrutado con la dureza de todos aquellos que en un momento u otro caen del pedestal o acaban siendo amigos incómodos.
La trama de Rubiales tiene, como ya se está viendo, muchas ramificaciones con amigos y familiares trasladando dinero en efectivo de España a la República Dominicana. El último nombre conocido es el del exfutbolista Gerard Piqué, del que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pidió el pasado mes de septiembre información sobre cuentas relacionadas por la presunta relación con el contrato negociado con Rubiales en su etapa como presidente de la RFEF para que la Supercopa de fútbol se jugara en Arabia Saudí. La Guardia Civil quiere saber si Piqué pagó comisiones a Rubiales a través de sus cuentas en Andorra. Según la magistrada que investiga el caso, la investigación habría revelado un gran flujo de dinero entre las cuentas de Kosmos, así como de Piqué y su entorno. El caso Rubiales igual tan solo ha hecho que empezar.