Como decían las previsiones, el Sant Jordi de este año ha batido los registros que había hasta la fecha y ha sido todo un éxito. La fiesta del libro y la rosa, que este año había caído en domingo, ha tenido todos los ingredientes de un gran año: una jornada soleada, una celebración en día festivo y dos acontecimientos deportivos para favorecer la movilidad, como el partido de fútbol en el Camp Nou entre el Barça y el Atlético de Madrid, y la final del trofeo de tenis Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó entre el murciano Carlos Alcaraz —aunque formado en el Real Club de Tenis Barcelona— y el griego Stefanos Tsitsipas, resueltos ambos acontecimientos deportivos a favor de los primeros.
Ha tenido también una guinda que expresa el carácter cultural de la jornada y reivindica el catalán, en un momento sumamente difícil para la lengua propia del país. El acuerdo entre el Barça y Òmnium Cultural llevó al Camp Nou un enorme mosaico bajo el lema "Comparteix el català" y las cuatro barras de la senyera que se realizó al inicio del partido, mientras sonaba el himno del Fútbol Club Barcelona. Dada la audiencia televisiva prevista, se calcula que ha podido ser visto por unos 150 millones de espectadores. El Barça y Òmnium reivindican así que son más que un club y también más que una entidad, con la defensa de la lengua catalana en el deporte y dándole una visibilidad planetaria.
La cifras de ventas de rosas y libros han demostrado una vez más la vitalidad de una jornada con calles repletas y, por un día, con una exquisita rivalidad política con todo el arco parlamentario intentando ganar votos para las municipales del 28 de mayo y entidades de diferentes ideologías distribuidas todas ellas entre unas pocas calles de la rambla de Catalunya. La Cambra del Llibre de Catalunya ha señalado, ya entrada la noche, que el Sant Jordi de 2023 había sido la mejor edición de la historia, habiendo crecido las ventas respecto al mejor año en un 5%. El Gremi de Floristes de Catalunya, por su parte, calcula que se habrán vendido alrededor de 6 millones de rosas.
Un último detalle: el innegable éxito de la Diada de Sant Jordi, una jornada festiva y lúdica por excelencia en la que los catalanes salimos a la calle a comprar libros como si el resto del año no lo pudiéramos hacer, esconde por unas horas la excepcionalidad del país que aún vive con exiliados y represaliados políticos. Los primeros no han podido celebrar como antaño Sant Jordi y los segundos tienen causas judiciales en marcha o están pendientes de ellas. Este país también es real y no encontrará su normalidad hasta que todo eso forme parte del pasado.