Una de las frases que más se ha repetido estos últimos días en el entorno del president Puigdemont se refiere a la manera de negociar que tiene el PSOE desde que está al frente Pedro Sánchez, y que alguno de sus dirigentes ha hecho llegar estos días a Junts per Catalunya hablando de las dos negociaciones que tiene que haber: la de la presidencia del Congreso y la de la investidura de un candidato a presidente del gobierno. "Será en el último momento y como siempre".

A esta reflexión se responde con ironía desde el entorno del president en el exilio: "En el último momento, puede ser; como siempre, seguro que no". ¿Qué quiere decir eso? Que los socialistas pueden decidir el timing, pero no habrá cheque en blanco, ni acuerdos ininteligibles que precisen tres o cuatro lecturas para ser entendidos. Porque la experiencia de estos últimos años demuestra que se prometen muchas cosas y que, después, nada de eso llega a destino en las condiciones en las que habían sido acordadas.

A falta de nueve días para la constitución de las Cortes, a Pedro Sánchez no parece inmutarle que se le pueda escapar la presidencia del Congreso y prosigue la tercera semana de sus vacaciones, la segunda en Marruecos. Mientras, Alberto Núñez Feijóo va haciendo los deberes que puede. El fin de semana, forzó la renuncia pública de Vox a estar en un hipotético —y muy difícil— gobierno encabezado por el presidente del PP. Este lunes, y tras el movimiento de Vox, el diputado de Coalición Canaria ha anunciado que apoyará a Feijóo, con lo que los números se le han complicado algo a Sánchez. Dejando al margen los siete diputados de Junts, la foto en estos momentos es de 172 a favor de Feijóo y 171 del presidente del gobierno en funciones.

Aunque el silencio y la discreción —toda una novedad en el mundo de Junts— no permiten conocer cuándo se van a producir los contactos, el hecho de que el president Puigdemont comunicara el domingo vía Twitter que ya estaba en Waterloo es, quizás, una señal. El enviado socialista tendrá que llevar algo más que humo, ya que, si no es así, el PSOE acabará perdiendo la presidencia del Congreso. Bien porque sea de una fuerza política diferente a PSOE y PP, que es la opción preferida por Junts; bien porque, ante la pasividad de Pedro Sánchez, Junts se inhiba de la votación y acabe en manos del candidato/a propuesto por el PP.

Ya es el tercer día que una persona bien informada me hace la misma reflexión: "Sánchez se está equivocando; igual llegará tarde".