Todas las encuestas apuntan que Alberto Núñez Feijóo puede no tener suficiente para llegar a la Moncloa en las próximas elecciones españolas si no modifica esta actitud errática, simplona y descuidada de las últimas semanas. A estas alturas, parece bastante evidente que se ha evaporado aquella especie de aura centrista que lo trasladó desde su Galicia natal, donde se comportaba como un auténtico cacique, al Madrid de la bronca, las cuchilladas y el totalitarismo ideológico. Siempre, la derecha con los colmillos a punto para devorar a quien no sigue al pie de la letra la agenda mediática o la de la Faes de Aznar.
Feijóo, que no se ha aclimatado a las dinámicas políticas y mediáticas de la capital española, mira de surfear entre el populismo de Isabel Díaz Ayuso y el centrismo del andaluz Juanma Moreno, mientras las empresas del IBEX 35, mayoritariamente anti Sánchez, empiezan a pensar que quizás sí que Pedro Sánchez se les volverá a escurrir de entre las manos. Feijóo es un político sin carisma, como comprobó el presidente del Partido Popular en su última visita a Barcelona para asistir a un partido de tenis en la zona alta de la ciudad, en el Barcelona Open Banc Sabadell. Después de quince minutos de deambular en solitario por el recinto, los anfitriones tuvieron que salir corriendo a buscarlo cuando se enteraron.
El problema de Feijóo no es tan excepcional en la vida pública. Un viento de cola favorable, la confianza en que tan solo se trata de surfear para batir al adversario y una infravaloración por parte de los asesores de campaña del rival, que al ostentar el poder siempre dispone de mayores recursos que los adversarios. La experiencia, sin embargo, demuestra que no hay elecciones fáciles, que para que una campaña sea exitosa tiene que estar basada en pegar más y más duro que el rival, y que dar por ganadas unas elecciones antes del día en que los ciudadanos depositan su voto en la urna es una mala decisión.
En definitiva, encajar las expectativas de cambio existentes con lo que el ciudadano espera y el candidato representa. El próximo 28 de mayo miles de candidatos tienen por delante retos similares. Que su resultado se acerque lo máximo posible al que era el objetivo dependerá, fundamentalmente, de haber acertado con la estrategia y haber sido capaz de obtener la confianza de los ciudadanos en un proyecto político. El hastío con Sánchez de amplias capas de la sociedad española es imprescindible para que Feijóo tenga opciones. Imprescindible pero no suficiente.