Uno de los principales problemas que tiene Alberto Núñez Feijóo es que, por un lado, carece de carisma y por el otro casi nadie le reconoce su liderazgo. Su fracaso político el pasado 23 de julio, que pese a ganar las elecciones con 137 diputados frente a los 121 de Pedro Sánchez, no está en condiciones de armar una mayoría de 176 diputados, le ha dejado claramente a la intemperie política. El PNV se le resiste como gato panza arriba y con los dos ojos puestos en las próximas autonómicas, a celebrar en 2024, y donde necesitará que el PSE les apoye y no les dé el salto con Bildu. Y con Junts y los siete diputados con los que cuenta, Feijóo no puede contar, ya que hasta la fecha no hay nada que no sea algún contacto desde ópticas muy alejadas. Nada que, hoy por hoy, pueda ni tan siquiera llegar a inquietar al PSOE.

Feijóo es consciente de ello y ahora se encuentra teniendo que apagar él mismo alguno de los fuegos que ellos mismos han encendido. Pero, claro, si quiere intentar la investidura que le ha encargado el rey, al menos deberá hablar con Junts. Este domingo, utilizando la plataforma de El Mundo, ha deslizado un tenue intento de aproximación a Puigdemont señalando que está dispuesto a escuchar cuáles son sus reivindicaciones y sus propuestas. En este acercamiento, una versión 2.0 del catalán en la intimidad de José María Aznar del año 1996, Feijóo ha afirmado conciliador: "Yo no soy un rival político e ideológico de Junts".

Pero como que Feijóo no necesita rivales fuera, sino que el propio PP ya es una olla de grillos, ha sido nada menos que el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, el que le ha enmendado la plana manifestando que Junts sí era su rival y que no ve qué hay que hablar con el partido de Carles Puigdemont. Todo un recadito a Feijóo del máximo responsable de su organización en Catalunya. Como que no son tan listos como para pensar que haya un poli bueno y otro malo, hay que creer que todo es mucho más sencillo y que a Feijóo algunos lo dan ya por amortizado.

Veremos en los próximos días en cosas muy menores como el uso del catalán en el Congreso o en las instituciones europeas, o en la ratificación de los grupos parlamentarios de Junts y Esquerra en el Congreso, cuál es su actitud. En el caso de Junts también se podrá medir en el grupo parlamentario que quiere constituir en el Senado con sus tres parlamentarios, Coalición Canaria, BNG y cuatro senadores prestados del PSOE. Como que todo coincidirá en el tiempo, una patada del PP a todas las reclamaciones de Junts daría una primera pista de cómo va a jugar Feijóo la partida hasta su investidura. Y lo mismo al revés.

En una prueba tan sencilla y preliminar como esta van a estar los detalles, no en las declaraciones, de cómo el PP encara las conversaciones con Junts. Vale como un mero termómetro de la voluntad de Feijóo, pero vale. O como dice una persona siempre bien informada, "si no estás dispuesto a pagar el agua, difícilmente me pagarás la comida".