Hace unos días fue el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, el que encendía la luz roja y se dirigía a sus conciudadanos una vez se había constatado que las expectativas sobre la evolución de su economía se habían desplomado a su nivel más bajo desde octubre de 2008. Este miércoles ha rematado el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, que en su primer consejo de ministros tras las vacaciones ha hablado del fin de la abundancia y de las vivencias compartidas y no ha ahorrado dramatismo a lo que vendrá, que será, ha dicho, la suma de diversas crisis, cada una más grave que la otra.
Este tono casi apocalíptico de Macron, situando abiertamente un horizonte de pobreza, y la exigencia a sus ministros de que hablen a la población francesa "con mucha claridad" nos sorprende aquí, acostumbrados a que la clase política española no hable nunca claro, y se refugie en críticas partidistas, escondiendo el máximo tiempo la verdad. Ya me gustaría a mí oír a Pedro Sánchez hablar menos de cuestiones en las que realmente no pinta nada, como la guerra en Ucrania, y que fuera capaz de centrar un discurso económico realista, nada prepotente y que nos dijera cómo piensa abordar todo lo que viene.
Europa se está preparando para un invierno de vértigo y todo lo que nos ofrece el PSOE es un debate estéril e infantil sobre la temperatura del aire acondicionado y de las calefacciones o sobre las ventajas o no usar corbata para ahorrar energía. Volvamos a Alemania: el ministro de Finanzas, Christian Lindner, líder del Partido Liberal, ha propuesto una bajada de impuestos para que alrededor de 10.000 millones sigan en manos de los ciudadanos. Es difícil que prospere dado el Ejecutivo de coalición con socialdemócratas y verdes, pero lo que sí es seguro que se ejecutará es la bajada del IVA del gas, que pasará del 19% al 7% hasta marzo de 2024. En España el IVA del gas es del 21%.
Habrá que hacer sacrificios para defender la libertad, ha señalado Macron. Mientras, Pedro Sánchez, de gira por Sudamérica, este miércoles en Colombia, el único mensaje que envía es que en España tampoco las cosas están tan mal. Una estrategia, por otra parte, muy habitual en España: no hay nada mejor que una gira por el extranjero para olvidarse de los problemas domésticos, aprovechar para criticar a la oposición y aplazar las respuestas a la crisis económica y la inflación. Porque el otoño ya está aquí y mientras en Europa la preocupación a que Rusia cierre el grifo ha ido en aumento y el gas se ha disparado por encima del 10%, aquí seguimos olvidando aquel proverbio chino que dice que cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo.