Que Catalunya recibe menos dinero del que dispondría si fuera un estado independiente está fuera de toda discusión. Ha sido esta, quizás, una batalla perdida por los diferentes gobiernos catalanes a la hora de explicar, más allá de sus propias filas, que el bienestar de todos sus ciudadanos estaba en juego y muy condicionado por una serie de normas que le restan capacidad de maniobra, ya que no dispone de los recursos propios que le tocarían.
El ahogo financiero que sufre Catalunya viene, fundamentalmente, condicionado por dos variables: el crónico déficit fiscal que hace que alrededor de 16.000 millones de euros viajen con destino a Madrid y no vuelvan nunca. Para ocultarlo, el ministerio de Hacienda dejó de publicar las balanzas fiscales. En segundo lugar, el sistema de financiación autonómico por el que se rigen 15 de las 17 autonomías, ya que Euskadi y Navarra tienen su propio sistema de financiación en el cupo y el concierto, que está vencido desde el año 2014 y ningún ministro o ministra se ha atrevido ni tan siquiera a presentar una nueva propuesta.
Además, hay un tercer camino para esquilmar a Catalunya, que es la ejecución de las inversiones previstas en los presupuestos generales del Estado, que es extraordinariamente baja año tras año y que, por ejemplo, en 2021 fue el 35,7% de lo presupuestado, o sea, más o menos un tercio, mientras que en Madrid fue del 187%, casi el doble programado. El resultado es que Catalunya recibió por esta partida 739,8 millones de euros mientras que en Madrid fue de 2.086 millones.
Por eso, cuando este jueves el Ministerio de Hacienda ha dado a conocer los resultados del modelo de financiación para el año 2020 se ha podido volver a comprobar lo que viene siendo un clásico del sistema: Catalunya fue el segundo territorio en aportación por habitante al sistema de financiación y en cambio mantiene la décima posición por lo que se refiere a los recursos recibidos. En porcentajes, Catalunya se sitúa 17 puntos por encima en la medida de ingresos contribuidos, mientras que la posterior redistribución del sistema la sitúa 1,5 puntos por debajo.
Aunque en varios momentos se ha planteado la necesidad de cambiar el sistema —de hecho, la ministra Montero quiere presentar una nueva propuesta por población— la realidad es que está vigente el que aprobó José Luis Rodríguez Zapatero en 2009, en plena crisis financiera, cuando la Generalitat estaba presidida por José Montilla, el conseller de Economia era Antoni Castells y Esquerra Republicana formaba parte del Govern catalán que presidía el PSC, y también estaba ICV. El fervor del Govern de aquel 16 de julio de 2009 a buen seguro no se corresponde con la de algunos de sus integrantes 13 años después.
El profesor Santiago Niño Becerra ha sido uno de los expertos que siempre ha expresado su sorpresa porque el discurso político en Catalunya no estuviera permanentemente fijado en el expolio económico que padece. El camino a la independencia no puede dejar de lado la reivindicación en clave autonómica del dinero que le corresponde a Catalunya. Este es el único marco en el que, hoy por hoy, se puede mejorar el bienestar de los catalanes y denunciar la injusticia que se comete desde Madrid.