El Nuevo Frente Popular, una coalición de todas las izquierdas, desde los socialistas más moderados hasta los comunistas y los 'insumisos' de Jean-Luc-Mélenchon, se ha impuesto, sorprendentemente, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas. Se aleja el fantasma de la extrema derecha gobernando uno de los países claves de la Unión Europea y eso ya es de por sí una muy buena noticia. El resultado que se ha producido expresa los límites de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen que, a la práctica, ha sido incapaz de ensanchar de manera significativa el perímetro de votos de la primera vuelta, y así ha funcionado bastante disciplinadamente el cordón sanitario republicano en que, indistintamente, la izquierda ha votado al candidato centrista mejor colocado y estos últimos han hecho lo propio en aquellas circunscripciones en que había sido la tercera fuerza.

Ha habido un récord de participación en unas legislativas desde las de 1981, que se produjeron inmediatamente después de la llegada de François Mitterrand al palacio del Eliseo. Otro socialista, por cierto. Para completar el fracaso de Agrupación Nacional, no solo no ha sido la primera fuerza política, sino que se han visto avanzados por los macronistas presidenciales (de 164 a 174 escaños), en contra de todas las encuestas publicadas hasta la fecha. Así, el joven candidato a primer ministro de la extrema derecha, Jordan Bardella, con tan solo 28 años y que hace solo una semana se las prometía muy felices, no ha sido capaz de atraer voto centrista y ha quedado condenado a unos resultados que oscilarán entre los 130 y los 145 diputados.

Se aleja el fantasma de la extrema derecha gobernando uno de los países claves de la Unión Europea y eso, ya es de por sí, una muy buena noticia

El Nuevo Frente Popular (entre 180 a 205 asientos) y Renacimiento tienen por delante una negociación compleja para acordar el primer ministro y la composición del gabinete. Mélenchon ha sido el primero en pronunciarse claramente y exigir que la voluntad del país sea estrictamente respetada. Desde el Elíseo se ha venido señalando estas últimas horas que la opción preferida de Macron sería un primer ministro socialista, fruto de un acuerdo entre su partido y el PS. Esta sería la opción favorita de la Unión Europea. Para eso habrá que esperar horas o días para conocer con detalle el reparto de diputados en la amalgama de la coalición de izquierdas.

Además de la calculadora para hacer gobierno, es también evidente que acabará pesando el enorme malestar social existente en Francia. Porque los franceses han votado un doble no: a la ultraderecha, pero también a las políticas de Macron. Hay que recordar que en las elecciones legislativas anteriores, en 2022, el presidente de la República no logró que los franceses le revalidaran la mayoría absoluta, algo que no sucedía con un inquilino del Elíseo desde el año 1997. En este caso, aún ha sido peor. En cualquier caso, Macron parece haber superado el primer match ball y el adelanto de las elecciones presidenciales que habría comportado una victoria de la extrema derecha.

Francia respira, el llamado cordón sanitario sigue funcionando y Bruselas, y por extensión Europa, no se las tendrá que entender con la extrema derecha francesa.