Como era previsible, la imprevista disolución de la Asamblea Nacional francesa por parte del presidente Emmanuel Macron, tras los resultados de las pasadas elecciones europeas, en los que convergieron la victoria de la formación política de Marine Le Pen y el desastroso resultado del partido de Macron, parece haber abocado a Francia a una situación de todo o nada este domingo. Macron movió pieza, quizás pensando que los franceses darían un paso atrás y retirarían en el último momento la victoria a la ultraderechista Agrupación Nacional (RN). Los sondeos no indican esto y, por el contrario, lo que sí pronostican es el desplome de su partido, Renacimiento, antes conocido como ¡La República en Marcha!, o incluso ¡En Marcha!, que se mueve por debajo del 20% de los votos.

Estamos, seguramente, ante una de las elecciones más decisivas que se han producido en Francia en los últimos tiempos y aunque la primera vuelta dejará este domingo muchas cosas en el aire, a la espera de los resultados definitivos de la segunda vuelta del 7 de julio, sí veremos si se confirman todas las tendencias previas de estas semanas. El sistema electoral francés a dos vueltas establece que solo son elegidos diputados en primera vuelta los que alcanzan el 50% de los votos y el resto de escaños quedarán pendientes de una nueva votación a la que solo pasarán los candidatos que hayan superado la barrera del 12,5% de los votos. En total, se escogen 577 miembros por cinco años y la mayoría absoluta queda fijada en 289 diputados.

Por esa razón, un candidato ganador en primera vuelta puede acabar perdiendo perfectamente el domingo siguiente en función de los candidatos que se hayan retirado y a quien haya indicado que se vote el partido que no presenta un diputado suyo. En esta ocasión, para acabar de complicar las cosas, la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (alrededor del 27% de los sufragios, según los sondeos) es quien va detrás de Agrupación Nacional (36% de votos le otorgan las últimas encuestas), y Renacimiento carece de cualquier opción de ganar. En esta tesitura, solo el partido de Marine Le Pen parece que puede lograr la mayoría absoluta en la Asamblea y, de no ser así, es difícil vislumbrar una coalición de gobierno entre los otros dos partidos.

Estamos, seguramente, ante una de las elecciones más decisivas que se han producido en Francia en los últimos tiempos

La gobernación sería entonces casi imposible, y aunque la cohabitación de Macron con un primer ministro de otro partido ya ha sucedido en otras dos ocasiones en la historia, ahora sería mucho más difícil, porque los extremos son realmente eso, extremos. Tampoco es descartable que, con una situación así, la presidencia de la República entrara en crisis y quizás Macron se vería obligado a adelantar las presidenciales. Todo eso, además, en un momento en que París tiene por delante los Juegos Olímpicos, que se inaugurarán el 26 de julio. Si Macron buscaba una solución cuando disolvió la Asamblea, todo apunta a que se ha metido en un buen lío.