Si no surgen movimientos subterráneos que los estudios de opinión no detectan, el Partido Popular se encamina a su novena mayoría absoluta en Galicia, habiéndose celebrado —desde las primeras autonómicas, en 1981— un total de 12 comicios. De estas cuatro elecciones gallegas en las que no ha ganado por mayoría absoluta, en dos ha gobernado en minoría y en otras dos ha estado en la oposición, siendo la última vez que eso le sucedió en la ya lejana legislatura de 2005-2009, en las que el ya fallecido Manuel Fraga se quedó a un escaño de la mayoría absoluta.
Se podría decir que Galicia es exclusivamente del PP, pero esa afirmación se rompe cuando se repasa que no gobierna en ninguna de las siete ciudades gallegas, y de las cuatro diputaciones tan solo controla la de Orense. Fuera de esa fotografía, en el resto del país, sí que su dominio es abrumador y los liderazgos de Fraga primero y de Feijóo después le han dado una amplitud de captación de voto que salta las fronteras naturales vistas desde Madrid. Así, es más centrista y tiene suaves toques galleguistas, los mínimos en una sociedad muy conservadora. Pero que electoralmente le funcionan.
Si no surgen movimientos subterráneos que los estudios de opinión no detectan, el PP se encamina a su novena mayoría absoluta en Galicia
En la actualidad, de los 75 escaños que tiene el Parlamento gallego, los populares tienen un muy sólido colchón de 42, cuatro por encima de la mayoría absoluta. Y la presentación de un candidato tan gris como Alfonso Rueda, elegido sustituto de Feijóo en 2022, cuando asumió la presidencia del PP español, no parece estar en riesgo en las elecciones del próximo 18 de febrero. Al menos, eso es lo que señalan todas las encuestas cuando faltan menos de cuatro semanas. Y eso que el nacionalista BNG aparece claramente al alza, con opciones de sumar hasta 22 escaños, tres más que los que tiene actualmente.
Si ese fuera el resultado final, Feijóo conseguiría una victoria de mérito en casa, y la línea dura y anticatalana del PP ganaría puntos. De hecho, los populares caminan a lomos de un único discurso en España y que no es otro que la dependencia de Pedro Sánchez del independentismo catalán. Eso les funciona en un Madrid cada vez más derechizado y con ganas de acabar políticamente con Sánchez. Pero, al mismo tiempo, les lleva a alejarse de la realidad política del día a día y a proteger, incluso, operaciones políticas del pasado gobierno Rajoy, claramente ilegales, como la Operación Cataluña.
Eso se está viendo estas semanas, y con el horizonte de la comisión parlamentaria de la Operación Catalunya, los populares van a tener una dolorosa piedra en el zapato que le va a costar seguir el ritmo. Si no, al tiempo.