Los insultos que recibió Gavi, el futbolista del Futbol Club Barcelona de 18 años, en la celebración en Madrid del título de la Nation League de la UEFA, conseguido por la selección española el pasado domingo en Países Bajos, no es, lamentablemente, ni la primera vez que le sucede a un deportista catalán ni será la última. Ahí está la multitud de veces que le había sucedido a Gerard Piqué en celebraciones parecidas a lo largo de su carrera deportiva. Pero el caso de Gavi es, por muchas razones, diferente; nacido en la provincia de Sevilla, no encarna ninguno de los patrones que simbolizan, por ejemplo, además de Piqué, otros deportistas como el entrenador catalán Pep Guardiola o el también exjugador Carles Puyol.
Hay que preguntarse qué hay detrás de este visceral odio que se ha encumbrado en la capital de España a todo lo catalán, sin distinción alguna y que se produce con una facilidad pasmosa y que salta de la política al deporte, incluso en aquellos que, en este caso, lo que han hecho ha sido contribuir a un título continental de una selección que hacía más de una década que no lo lograba y que, al fin, este domingo ha roto el maleficio. Algunos son responsables, aunque ahora escondan la cabeza debajo de ala, de que con absoluta impunidad se le diga "niñato, perro, hijo de puta..." y otras lindezas contra el club en el que juega.
Dice el escritor gallego Suso de Toro que es un "a por ellos", recordando el espíritu de las agresiones sufridas por el referéndum del 1 de octubre de 2017. Debe tener razón, porque la mirada que suele tener desde la distancia suele ser tan quirúrgica como acertada. Justo este martes hemos sabido, porque así lo ha explicado la diputada de la CUP Mireia Vehí, que la organización anticapitalista tiene contratada seguridad privada para que sus diputados puedan moverse por Madrid y garantizar su integridad física. El líder de Esquerra en la capital española, Gabriel Rufián, denunció el lunes que le habían intentado agredir cuatro veces y que en una lo habían conseguido.
Son muchos casos para limitarlos a situaciones anecdóticas. No son impostadas, sino fruto de una peligrosa actitud a todo lo catalán y el caso más claro es el de Gavi, que con tan solo 18 años ya ha conseguido viralizarse como un deportista en el que puede descargarse todo este odio por el simple hecho de jugar en el Barça. Olvidando los aficionados que ha sido parte fundamental en el título que están celebrando. Hay un peligroso odio a todo lo catalán que fomenta y alimenta la derecha bajo el paraguas de acabar con el terrorismo, el independentismo y los que realizan golpes de estado. Este lenguaje de brocha gorda y de odio se alimenta y se propaga por unos miles de votos o por unos puntos de share. Y eso es muy peligroso.