Las ausencias de mayorías estables en la política han tenido una derivada que es claramente lesiva para los intereses de los ciudadanos, como es la aprobación de los presupuestos. Claro que se puede gobernar sin presupuestos, esto es una obviedad. Incluso muchos gobiernos, en ocasiones, lo prefieren porque la situación acaba siendo favorable para su tesorería, ya que se acaba gastando menos y, en consecuencia, se pueden devolver créditos o rebajar intereses a pagar. Pero esa no es la cuestión. La salud de un gobierno se mide por su capacidad de sacar adelante los presupuestos y eso sirve tanto para el gobierno de España como para el de Catalunya.

Han pasado aquellos tiempos en los que la no aprobación de los presupuestos suponía algo así como una moción de censura y el gobierno caía. Y nos hemos ido al otro extremo en que, año tras año, las cuentas públicas no se aprueban y no pasa nada. El gobierno de Pedro Sánchez tiene el récord de ser el ejecutivo español que menos presupuestos ha aprobado desde que el secretario general del PSOE llegó al cargo en 2018. Ha logrado tirar adelante correlativamente los de 2021, 2022 y 2023, habiendo prorrogado los de 2018, 2019, 2020 y 2024. En estos dos últimos años, incluso ni los llegó a presentar en las Cortes.

¿Qué sucederá con los de 2025? Pensar que hoy por hoy Sánchez puede sacar las cuentas públicas del año próximo es una quimera

¿Qué sucederá con los de 2025? Pensar hoy por hoy que puede sacar las cuentas públicas del año próximo es una quimera. Le faltan votos por todos sitios, desde Junts a Esquerra y Podemos. Los votos de los dos últimos los podría llegar a sacar adelante con la amenaza de que adelantar elecciones sería entregar el gobierno a una alianza de PP y Vox. Es imposible que por esta vía convenza a Carles Puigdemont, que desde que hizo balance en Bruselas del primer año de la nueva legislatura de Sánchez solo ha hecho que ir subiendo el tono crítico a sus incumplimientos. Desde aquel 20 de noviembre hasta la fecha no ha habido movimientos y, en cambio, sí que se ha ido agrietando la poca confianza de Junts en el PSOE y la sensación de una tomadura de pelo en todas las negociaciones que tienen abiertas.

La situación de Salvador Illa en Catalunya no es exactamente igual, ya que es muy probable que con ERC y Comuns los tire adelante. Todo dependerá del partido de Oriol Junqueras, que tiene la segunda parte del congreso, el debate de ponencias, en el mes de marzo. Es más que probable, conociendo la manera de actuar del presidente de Esquerra, que prefiera no implicarse en un acuerdo con el PSC hasta que se cierre todo el ciclo congresual. En parte, temeroso de que pudiera tener un coste entre la militancia, que quedó fracturada en la elección que se produjo hace dos semanas entre Junqueras y Xavier Godàs. Illa, curándose en salud, ya ha relativizado que no se hayan aprobado antes de final de año y que no haya un calendario conocido.

Pero el president sabe que no es la mejor opción, como dejó claro cuando estaba en la oposición al president Aragonès quien, además y para más inri, avanzó las elecciones el pasado marzo al no lograr aprobarlos. Bien es cierto que no tenía ninguna obligación y errores tan clamorosos como el de Aragonès no se acostumbran a cometer en política.