Si no es porque en medio hay la defensa de una jugadora agredida por el presidente de la Federación Española de Fútbol y la solidaridad con el equipo de futbolistas que consiguió levantar el título de campeonas del mundo, hace tiempo que el caso Rubiales habría entrado en el álbum de las situaciones más esperpénticas que se han producido en los últimos años en España. Cuando parece que no puede suceder ninguna cosa más y que lo que toca con urgencia ya es la suspensión del Consejo Superior de Deportes (CSD) antes de que planetariamente España recupere la imagen de la boina y el botijo, el caudal de noticias estrafalarias se producen hora a hora.

Empezando por la imagen estrella de la jornada, que no es otra que la madre de Luis Rubiales iniciando una huelga de hambre indefinida en una iglesia de Motril como respuesta, dice, "a la cacería inhumana y sangrienta que están haciendo con mi hijo con algo que no se merece". No solo su madre ha conseguido situarse en el primer time de las noticias de la jornada, sino también sus primas, explicando el sufrimiento de la familia y la importancia de la religión en la huelga de hambre de la señora Ángeles Béjar.

Santiago Segura y su célebre Torrente no habrían sido capaces de urdir un guion con más cambios de trama y más cutre. Aquel policía franquista y machista, aficionado a las prostitutas y bebedor, que fue todo un éxito cinematográfico desde su estreno en 1998, encuentra en Rubiales y su resistencia a abandonar la RFEF después de todo lo que se ha ido conociendo —madre y primas incluidas— el argumento perfecto de una película que no necesita ser guionada, ya que lo tiene todo.

Por tener, incluso aparece Isabel Díaz Ayuso hablando de manipulación total para que la prensa internacional se ocupe del comportamiento de Rubiales y que, en cambio, nadie denuncie el boicot de La Vuelta a España por parte de los independentistas. "Los que negocian con Sánchez", puntualiza Ayuso, por si no había quedado claro. La presidenta, siempre al quite de hacerle una zancadilla a Feijóo, debe haber pensado que no habría mejor momento para demostrarle su desaire que cuando el presidente del PP se ha mostrado dispuesto a hablar con Junts. Ayuso siempre marcando el paso.

Alguien ha dicho estos días que el gran Luis Berlanga fliparía con la España actual. Comprobaría que en sus películas se quedó incluso corto, y que era posible que el mejor guion fuera el de la vida real.