No ha habido sorpresas y, como se había anunciado desde Moncloa previamente, Pedro Sánchez ha dado calabazas a Alberto Núñez Feijóo y no le va a facilitar la investidura, pese a que el Partido Popular quedó por delante del PSOE en las elecciones del pasado 23 de julio. El quiebro de Feijóo proponiéndole a Sánchez una legislatura de solo dos años con él en la Moncloa a cambio de resolver asuntos de calado pendientes desde hace tiempo, como toda la carpeta de renovación judicial, no llegó ni a ser un anzuelito, ya que los socialistas apuestan por un acuerdo con Junts per Catalunya o nuevas elecciones el 14 de enero antes que facilitarle el camino a Feijóo.
Fracasada esta vía, el líder popular tiene dos caminos: presentarse como el ganador de las elecciones al que el PSOE le impidió gobernar armando un pacto de todos frente a PP y Vox, o lanzarse a la búsqueda de acuerdos aparentemente imposibles con PNV y Junts. Los primeros ya han expresado que no quieren saber nada, con el horizonte de las elecciones en Euskadi el próximo año y el temor a que un movimiento equivocado pudiera tener su retorno en unos meses con el apoyo del PSE a Bildu que diera paso a un gobierno diferente sin Urkullu en la Lehendakaritza.
El caso de Junts es diferente pero no más sencillo. No ha dicho que no a hablar con el PP, pero todo el mundo sabe que sus condiciones son inasumibles para los populares. Con otro añadido: si Feijóo tiene alguna debilidad por ceder, allí están Ayuso y sobre todo Vox cerrando cualquier opción. Pese a ello y las reticencias que en el PP catalán causa el diálogo con Junts, este se va a producir oficialmente en los próximos días, con dirigentes significativos de ambos partidos, superando así la fase de discretos contactos que se ha producido este final de agosto. Se está pendiente de cerrar agendas, acordar el método y decidir si se da publicidad al encuentro, cosa bastante improbable, al menos, al primero.
Los populares saben que en la agenda del partido de Puigdemont está la amnistía para facilitar una investidura y el paquete de la autodeterminación y el referéndum durante la legislatura. Ambas carpetas tienen ritmos diferentes y el más urgente es el de la amnistía, ya que se tendrían que visualizar movimientos antes de una sesión de investidura. Ninguno de los tres partidos —PSOE, PP y Junts— parecen, hoy por hoy, decididos a moverse de sus posiciones de partida, pero habrá que ver como se desarrolla el juego.
En el caso de los dos partidos españoles, resistiéndose a hacer cesiones al independentismo catalán, y en el de Junts, arriesgándose a una convocatoria electoral que le afectara negativamente, bien por un retroceso electoral —su resultado de las pasadas elecciones fue muy pobre y su estrategia podría tener premio o castigo— o porque le hiciera perder la centralidad que el azar le brindó el 23 de julio. En cualquier caso, los plazos para la investidura son tan amplios que primero hay que llegar a la votación de investidura de Feijóo del 27 de septiembre y después se abre un plazo de dos meses en que el rey podría proponer un nuevo candidato antes de que se disolvieran las Cortes automáticamente. O sea, faltan casi tres meses de negociaciones si se apuran los plazos. Toda una eternidad.